

Hijo vengador, superhéroe detective, justiciero a-go-go, criatura de la noche, cincuentón derrotado y subversivo. Batman celebra 80 años como un hombre (murciélago) con varios rostros e identidades bajo su máscara.
Por_ Rafael Valle M.
Batman nació por un viejo y sangriento crimen, pero también por una razón tan pedestre como querer sacarle una tajada a la torta. En 1938, Superman había iniciado una nueva era en la naciente industria del comic book estadounidense al convertirse en un suceso de ventas, y sus editores le pidieron al dibujante Bob Kane que creara un personaje parecido; los 800 dólares semanales que Jerry Siegel y Joe Shuster (inventores del Hombre de Acero) ganaban fueron el mejor estímulo en un mercado donde los artistas de historietas obtenían en promedio unos 40 por semana.
The Batman fue la idea con que Kane se sentó en su mesa de dibujo, inspirado primero en el boceto del ornitóptero de Da Vinci, esa máquina con alas de murciélago para desplazarse por el aire, como un pre-ala delta. El nuevo héroe no tenía capa ni capucha hasta que entró en escena el escritor Bill Finger, que sugirió varios cambios. “Kane había dibujado un personaje que se parecía mucho a Superman, con una especie de calzas rojizas, creo, con botas, sin guantes y con una pequeña máscara, que estaba columpiándose en una cuerda. Tenía dos alas rígidas que sobresalían, como alas de murciélago”, contaría en una entrevista Finger, fuerza creativa vital en la estética que necesitaba este hijo vengador.
Batman no tenía superpoderes, y lo que lo movía, básicamente, eran las ganas de revancha por la muerte de sus padres en manos de un ladronzuelo; sus ansias de barrer con el crimen en la ficticia Ciudad Gótica. Así es cómo el huérfano y millonario Bruce Wayne se entrenaba físicamente para ser un atleta, e intelectualmente para ser un detective; uno con capucha de orejas puntiagudas y larga capa negra, para actuar de noche y aterrorizar más flexiblemente a los criminales.
El primer Hombre Murciélago debutó con fecha mayo de 1939 en las páginas de la revista «Detective Comics», y partió oscuro y violento, usando a veces incluso una pistola para cumplir con un largo apostolado donde ha mostrado muchos rostros y ocultado otros tantos.

Miller. Batman vs. Superman, en la saga revisionista «El Regreso del Caballero Oscuro» (1986), de Frank Miller.
Villanos e inocentes
Bob Kane, discreto como dibujante, sí fue hábil con los negocios en torno a su creación, donde siempre se aseguró que su firma apareciera en la página inicial de cada relato. Así quedaron eclipsados por varias décadas tanto el guionista Finger como el ilustrador Jerry Robinson, que junto a aquél ayudó a crear a Robin. El ‘Chico Maravilla’ –otro huérfano, hijo de acróbatas circenses asesinados– llegaría en 1940 por una petición de quienes manejaban la futura DC Comics para darle un tono más amigable a la franquicia, con la creación de un personaje que identificara a los pequeños –y por entonces principales– lectores de historietas. Batman hacía así su aporte al género con la creación del clásico joven compañero de correrías que otros héroes y justicieros no tardarían en replicar.
Kane, Finger y Robinson también sumaron fuerzas para crear a The Joker –‘El Guasón’– en el número 1 de la revista «Batman», también del año 40. La película «El Hombre que Ríe» (1928) fue la inspiración de Bob Kane para inventar a este malvado pintarrajeado como payaso y que usaba bromas como ese gas de la risa que dejaba muertos con una horrible mueca estampada. Joker se convertiría en el eterno némesis de Batman, y resume bien el espíritu de la galería de villanos disfrazados y retorcidos que harían de la suyas en Ciudad Gótica: el Pingüino, el Espantapájaros, el Acertijo, el científico Hugo Strange y sus hombres-zombies, y esa Gatúbela con la que pronto se insinuaría una romántica atracción.

Kane. Con una ayuda de los amigos: el origen del encapuchado según Bob Kane, el hombre de la idea inicial.
El comienzo de oscuro vigilante derivó en los primeros años hacia el detective con habilidades tecnológicas, creador del batimóvil, el batiavión y otros artilugios acumulados en la baticueva oculta bajo la mansión Wayne. En los años 50 las historias se hicieron más orientadas hacia los crímenes resueltos a plena luz del día y a las historias con toques de fantasía y ciencia-ficción. Robin aparecía como el culpable del cambio de tono –más colorido y aventurero– pero también para ayudar a generar las suspicacias del psiquiatra Fredric Wertham en su ensayo «La Seducción de los Inocentes» (1954). En ese texto, que culpaba a los cómics de torcer la mente de los niños y promover la delincuencia juvenil en los Estados Unidos de post-guerra, el autor aseguraba que “las historias de Batman son psicológicamente homosexuales (…) El tipo de historias de Batman puede estimular a los niños hacia fantasías homosexuales, de la naturaleza de las cuales pueden ser inconscientes”.
Peor que las acusaciones de Wertham fue el estancamiento creativo que arrastró al personaje hasta los 60, entre sus aventuras diurnas y su pertenencia a la Liga de la Justicia de América. El remate llegaría con una exitosa, inolvidable y, a la larga, poco respetuosa serie de TV con actores, que duró tres temporadas, partiendo en 1966. Adam West, un intérprete muy secundario de Hollywood, se llevó el rol principal en esta producción surgida en la época de la música a-go-go y del arte Pop. Con una inolvidable canción incidental, el Batman televisivo tenía mucho de comedia y poco de temor al ridículo, con un Hombre Murciélago que no temía plantarse un traje de baño para una competencia de surf contra el Joker (César Romero) o que sacaba un bati-pañuelo para llorar a una presuntamente fallecida Catwoman.

ADAM WEST. Batman en la autoparódica y colorida serie de los años 60.
A fines de los años 60, DC Comics decide que es momento de tomarse a Batman más en serio y junto con mandar al joven pupilo Dick Grayson –el alter ego de Robin– a la universidad, utiliza la soledad del justiciero para devolverle sus orígenes de oscuro vengador. El guionista Denny O’Neil y el dibujante Neal Adams serían los responsables de actualizar al personaje, en historias más sombrías y a ratos siniestras; entre ellas deambula un hombre-lobo, aparece un científico que se convierte en el monstruoso murciélago humanoide llamado Man-Bat, el Joker pasa de gángster a asesino psicótico y entra en escena el enigmático Ra’s al Ghul, un criminal terrorista e inmortal gracias a su “Pozo de Lázaro” que le permite resucitar una y otra vez.
Venganza de Miller, broma de Moore
El cambio le permitió a Batman surcar la década de los 70 hasta llegar nuevamente a la inercia, de la que saldría con un acto de revisionismo extremo: «El Regreso del Caballero Oscuro» (1986), la saga donde el dibujante y guionista Frank Miller se saltaba toda continuidad para mostrar a un Bruce Wayne cincuentón y alcoholizado, derrotado tras su retiro de la lucha contra el crimen y la muerte de Robin. “Me di cuenta de que (por ese entonces) yo estaba a punto de cumplir 30 años, y Batman estaba permanentemente en los 29. No podía ser que yo fuera mayor que él”, contaría el autor.
«El Regreso del Caballero Oscuro» tocaba temas como la culpa, la violencia, la anarquía y mostraba al Hombre Murciélago en las antípodas de un Superman servil a los intereses imperialistas de Washington. Fue una serie de 12 capítulos que mostraba múltiples capas temáticas y una densidad psicológica del personaje que otros no tardarían en explorar, entre ellos «La Broma Asesina» (1988), guionizada por Alan Moore y que mostraba a Batman y su enemigo Guasón como dos caras de la misma moneda.
Los trabajos de Miller y Moore pronto abrirían el apetito de Hollywood, y así llegó el «Batman» (1989), de Tim Burton. “Ese Robocop en Ciudad Gótica”, como la llamaría el ex encapuchado Adam West, por mostrar en la gran pantalla la cara ruda y extrema del justiciero. El mejor intento cinematográfico, sin embargo, se llama hasta ahora «Batman El Caballero de la Noche» (2008), la película de Christopher Nolan que muestra otro enfrentamiento entre el enmascarado y el payaso asesino (un notable Heath Ledger), en una trama compleja, marcada por temas como el fascismo y la entropía.
Con 80 años cumplidos, Batman ha tenido hijos, novias importantes, ha descubierto viejos secretos familiares, ha quedado parapléjico, ha muerto y resucitado, y ha oficializado en años recientes a Bill Finger como su co-creador. En su historia hay varias vidas y muchas caras, y si no hay cansancio es porque la venganza, cuando ya no necesita seguir los pasos de nadie, sigue siendo el combustible.