

Acosta Danza se llama la compañía que la exestrella del ballet formó hace tres años. Su repertorio va del clásico al contemporáneo, ha sido aclamada en Europa y está sentando precedente con su versatilidad. En enero de 2020 será parte del Festival Internacional Santiago a Mil.
Por_ Marietta Santi
Carlos Acosta (46) sabe de esfuerzo y de dolores. Desde su infancia en el seno de una familia cubana interracial –padre negro, nieto de esclavos, y madre blanca– hasta su desarrollo como bailarín de élite. Fue el primer “no blanco” en el Ballet de Houston, y el primer Romeo afrodescendiente del Royal Ballet de Londres, donde brilló por 17 años hasta que puso fin a su carrera de bailarín clásico en 2015. Pero no terminó con el movimiento: inmediatamente voló a su tropical isla y formó Acosta Danza, compañía que es uno de los aciertos de la programación de Santiago a Mil 2020.

Las entradas para ver a la compañía Acosta Danza ya están a la venta en www.santiagoamil.cl y en el GAM. Foto: Johan Persson
“Si iba a crear una compañía de danza, ¿con quién mejor que con los cubanos? Hay tantas cosas buenas que dar en Cuba que quise aprovecharlas, sacarlas al mundo para que todos sepan de lo que somos capaces de hacer en as artes”, dice el bailarín, que se reparte entre La Habana y Londres, donde formó su familia. Afirma que siempre pensó realizar algo así, porque en su tierra hay un talento enorme para la danza. “Tuve la suerte de que muchos de los mejores bailarines de Cuba vinieron a mi convocatoria. Pero cuando hablo de talento no sólo me refiero a los bailarines: también he creado espacio para los músicos jóvenes, los artistas de las artes visuales, diseñadores, etc. Creo que todo eso lo podrán apreciar en nuestras actuaciones en Chile”.
Acosta responde las preguntas de «La Panera» en medio de una gira con su novel compañía por el Reino Unido, donde las críticas han estado de su lado: “Acosta Danza cuenta con bailarines fantásticos de diversos orígenes y, aunque siguen siendo individuos, están desarrollando un fuerte estilo de compañía que es vital, sensual, técnicamente agudo y cálidamente humano”, escribió Lyndsey Winship en «The Guardian». Y Jenny Gilbert, de www.theartsdesk.com, fue más allá al afirmar que “estos 20 jóvenes cubanos, cuidadosamente seleccionados por Carlos Acosta y llenos de talento, no pueden saber cuánto necesita el Reino Unido de su dosis de optimismo soleado”.
Acosta Danza trabaja, como precisa su creador, “para ser el sueño de todo coreógrafo” e interpretar la danza con mayúsculas, sin distinción de estilos: “Los bailarines vienen de diversas formaciones: algunos del ballet, otros de la danza contemporánea, del espectáculo… Hace tres años esta diferencia supuso un problema, pero hemos trabajado para dejar atrás esa época. Nos estamos acercando a lo que soñé, porque hoy estos artistas hacen de todo y con gran altura. Hoy llegan los coreógrafos con sus ideas y los bailarines de Acosta Danza las asumen con un alto nivel de excelencia”.
Otra característica que define a su compañía es el repertorio, que contempla obras de importantísimos coreógrafos internacionales, como Sidi Larbi Cherkaoui, Christopher Bruce, Rafael Bonachela o Justin Peck. Además de talentos iberoamericanos como la cubana Marianela Boán y la española María Rovira.
En ese escenario, Acosta ha vuelto a bailar. Recuerda que antes de ser una estrella del ballet practicaba break dance en las calles de La Habana, y que ha incursionado también en el contemporáneo y en el folclore. “Lo antinatural del ballet ya le estaba pasando factura a mi cuerpo, pues fueron muchos años sin parar. Pero la danza tiene eso de bueno, que te brinda posibilidades infinitas. He tenido que adaptarme al nuevo vocabulario y, naturalmente, el cuerpo se resiste ante lo desconocido por momentos. Pero me siento tan bien que no pienso en el retiro, quiero seguir bailando hasta que no pueda más”.

Foto: Polina Koroleva
Imparable búsqueda
La ex figura del ballet mundial no duda a la hora de calificar el programa que traerá a Santiago a Mil como “muy exigente técnicamente; variado y dramático. Los bailarines han tenido que prepararse mucho, en todos los sentidos”.
Entre el 3 y el 5 de enero próximo su compañía se presentará en el Teatro Municipal de Las Condes con cinco obras, entre las que se cuentan dos del coreógrafo español Goyo Montero, director del Ballet del Teatro Estatal de Núremberg y coreógrafo residente de Acosta Danza: «Imponderable» y «Alrededor no hay nada». Sobre ellas, Acosta precisa: “La primera es la visión que tiene Goyo del alma cubana. Es una coreografía muy sugestiva, muy visual, con música basada en la obra de Silvio Rodríguez, quien tuvo la gentileza de grabar los textos de sus canciones recitados en su voz especialmente para este trabajo. La segunda es con poemas de Joaquín Sabina y de Vinicius de Moraes”.
Para mayor detalle, en «Alrededor no hay nada» no hay música, sólo las voces de Sabina y Moraes. Por ello Montero ha dicho que los intérpretes “danzan” las palabras.
Sidi Larbi Cherkaoui, uno de los referentes importantes de la danza contemporánea actual, participa con dos dúos de su autoría. «Fauno», basado en «La siesta de un fauno», de Vaslav Nijinsky, calificado por la crítica como “sensualmente ritual”, y «Mermaid», donde Carlos Acosta demuestra que todavía tiene talento, y estado físico, de sobra. La quinta pieza es «Ten», coreografía del español Jorge Crecis que mezcla el deporte con la danza y las matemáticas.
A las funciones gratuitas que la compañía dará en comunas, en el marco de la extensión del Festival, se integran dos piezas: «La muerte de dos cisnes», recreación de Yaday Ponce de la famosa coreografía de Mijail Fokin; y «Soledad», dúo de Rafael Bonachela –director de la Sydney Dance Company–, con Astor Piazzola, Agustín Lara y Chavela Vargas en la música.

Foto: Raúl Reinoso
Múltiples lenguajes –incluso puntas– es lo que veremos de Acosta Danza. Su director no cree que el ballet esté agotado, sino que se interesa en abordar la danza desde la contemporaneidad porque piensa que le brinda más posibilidades: “Me inserté en el panorama danzario cubano con una compañía que puede asumirlo todo, desde una visión que tiene que ver con estos tiempos en que las artes se mezclan y se confunden. Hemos bailado piezas neoclásicas de Justin Peck o de Ben Stevenson, incluso ofrecimos este año una temporada sólo con títulos del ballet clásico. El ballet está en la base de muchas de nuestras coreografías y de nuestro entrenamiento, pero la exploración de lo contemporáneo en la danza es nuestro universo expresivo”.
Pero Acosta Danza no es todo para él. No hay que olvidar que el año pasado «Yuli», la película inspirada en su autobiografía «Sin mirar atrás», logró aplausos en varios festivales y él fue nominado como mejor actor al Goya. Y tampoco que en 2013 publicó la novela «Pata de puerco». Imparable, en enero próximo asumirá una nueva responsabilidad: dirigir el Birmingham Royal Ballet. Confiesa que todo lo nuevo lo seduce, y piensa que su nombramiento es “un reconocimiento y una gran prueba de confianza en mis ideas. Me atrae el tener cierta libertad para crear a ese nivel, renovar, darle cabida a los jóvenes talentosos para que se desarrollen”.
Su sello será la renovación: “Quiero rejuvenecer el conjunto, darle nuevos aires, refrescar el repertorio con jóvenes coreógrafos y temas nuevos, asuntos de estos días. Ya las grandes compañías no asumen la danza contemporánea desde la perspectiva clásica, sino que hacen el contemporáneo de la forma más pura. Ha habido una evolución de lo que se conoce como una compañía de ballet. Y yo quiero que el Birmingham sea una compañía competente de estos tiempos, y entre en la contemporaneidad con el más alto nivel internacional”.
–Entre tanta actividad, ¿qué lugar ocupa la danza en su vida hoy?
“Es el centro de mi vida. Por ella soy quien soy y a ella me debo. Todo lo que hago es por y para la danza”.