

La pandemia impulsa y fortalece un nuevo boom de colectivos artesanales dedicados a honrar el valor de las manos y su capacidad creadora. Y septiembre es el mes donde salen a relucir las artesanías tradicionales, los oficios que hilvanan la evolución del tiempo en un determinado territorio cultural. En este, un dieciocho “afondado”, la buena nueva es que los objetos y productos patrimoniales están en alza.
Por_ Heidi Schmidlin M.
El festejo primaveral 2020 viene a renovar un año teñido por el miedo a la muerte y el encierro para escaparle. Y pese a que el Dieciocho nos pilla “afondados”, este tiempo de retiro permitió que muchos revaloraran el uso de las manos para una necesaria reinvención del sustento diario. Tanto por ahorro, como por ingreso. Mayoritariamente, es la nueva generación la que apela a esta heredad para generar “el pan de cada día” impulsando con ello una tendencia de consumo para hacerle frente a una sociedad atrapada por el consumo irracional, la impronta mecánica de producción y el vértigo del exceso. Su preferencia no es sólo chilena, simultáneamente en los siete continentes surge la misma inquietud, al punto que hoy existe un verdadero boom por “lo hecho a mano”.
Observatorios de estilos como Etsy, Google y Pinterest, señalan que el movimiento artesanal experimenta entre 2019 y 2020, un crecimiento del 127% y 2.000% (Pinterest), basado en la búsqueda de materias primas y productos con sello territorial. Esta epifanía de crear lo que deja huella se enmarca en un paradigma de Comercio Justo que suscribe un compromiso con la naturaleza, más allá del “Greenwashing” marketero.

Artesano textil recuperando técnicas antiguas. Foto: Carmen Domínguez
“Mis manos son mi amor y mi sustento…”
Junto con la retracción de la producción industrial, entre 2019 y 2020 se produjo una expansión de la compra directa –vía Internet– al creador local que ofrece la “factura artesanal”. Mejor aún si el producto lleva conocimiento ancestral, narra historias y atrae un sentimiento de conexión vital. “Es aquí donde el trazo humano alcanza precios de mercado”, aseguran compañías como Innocraft, entre otras plataformas de e-commerce que registraron en 2019 un mercado global de artesanías valorado en 663.9 billones de dólares (fuente: www.imarcgroup.com).
Actualmente coexisten dos brazos de producción artesanal: la contemporánea –que explora maestría artística de técnica y diseño– y la tradicional que, apegada a una continuidad vernácula, transmite una simbología de cuño territorial. Muchos de estos objetos, patrimonios materiales e inmateriales, engrosan la lista de oficios en peligro de extinción por tener sistemas antiguos de instrucción y un rigor que causa la merma de estudiantes que asegurarían su transferencia.
De ahí que Estados como el de Japón financien a los grandes maestros artesanos por “ser portadores de importantes propiedades culturales que construyen identidad y unidad”. Son honrados por el emperador como Grandes Tesoros Vivientes, rol que permite cautelar la continuidad de la producción patrimonial y, además, instruye maestría en las escuelas públicas, donde aporta a la durabilidad de los elementos simbólicos traspasados a la siguiente generación.
Por su contribución al desarrollo comunitario y a las economías locales, Chile también asume los desafíos de reclutamiento, capacitación y traspaso auténtico de técnicas, materiales y diseños de la tradición. Mercedes Montalva, coordinadora del Área Artesanía del Ministerio de Culturas, Artes y Patrimonio, explica las estrategias nacionales para avanzar en esta dirección, al tiempo que celebra el creciente interés por una manufactura con historia: “Creemos que en este contexto de excepción, existe efectivamente una revalorización de lo hecho a mano. Tuvimos que volver a aprender a estar con nosotros mismos y este tipo de actividades permite conectarse con nuestra conciencia, obtener mayor tranquilidad mental y, para muchos, es una forma de subsistencia. Sin embargo, quiero resaltar que el Ministerio entiende la artesanía como ‘permanencia en el hacer’, y no sólo el descubrimiento de lo hecho a mano, ni la espontaneidad de realizar estas actividades como una especie de meditación. La artesanía tiene que ver con el desarrollo de un oficio. Nuestro objetivo es potenciar y poner en valor su maestría a largo plazo; es decir, reconocer su trascendencia, desde la transformación de la materia prima hasta la obtención de una obra. Esperamos que esta nueva realidad haya revivido la necesidad de las personas de crear con sus propias manos, y también signifique revalorar estas técnicas y su producción local”. Para ello, en agosto se abrió la invitación al Sello de Excelencia a la Artesanía de Chile, convocado por el Comité Nacional de Artesanía para “potenciar la creación y la calidad de la artesanía nacional según parámetros de innovación, diseño, fusión de materialidades, excelencia, autenticidad y respeto al medioambiente”. En forma excepcional, este año se suman a los ganadores diez menciones honrosas. Además, el Sello Artesanía Indígena estará abierto hasta el 14 de septiembre (https://www.cultura.gob.cl/sello-artesania-indigena/) y premiará las artesanías nativas con “valor social, estético, cultural y económico”.
Honrar la calidad sin etiqueta social
Con el objetivo de asegurar el traspaso auténtico de oficios, la Fundación Artesanías de Chile y el Ministerio del Trabajo realizaron en 2019 un diagnóstico de calidad entre diversos grupos de artesanos del país. Descubrieron que existían tres debilidades principales:
1.- La falta de manejo técnico y aplicación de diseños que no corresponden a la heredad del oficio por lo que no se valoran como patrimonio cultural en mercados internacionales. 2.- Los que teniendo dominio técnico, no cuentan con una oferta atractiva. 3.- La escasez de competencias en la gestión productiva y comercial de sus productos.

Rescatando bordados y motivos tradicionales. Fotos: Carmen Domínguez.
Para subsanar estas grietas, Indap y Sercotec implementaron, junto a corporaciones públicas y privadas, diversos programas de capacitación a cargo de diseñadores, etnógrafos, artistas e historiadores, quienes mediarán el ajuste de valor patrimonial y asegurarán la calidad de la producción final. El diseñador Ricardo Jiménez trabaja con grupos artesanas(os) de la Escuela de Artes y Oficios de Futrono, colaborando en forma, contenido e incorporación a ferias nacionales o internacionales: “Claramente existe un movimiento hacia la artesanía tradicional”, afirma, “pero para el intercambio mundial, Chile tiene que mejorar su producción en aspectos específicos como diversidad de oferta, calidad de terminaciones, creación de colores, honestidad con el oficio, simbología del ornato y tratamiento de materiales nobles, entre otros aspectos”. Por sus estudios en París, Jiménez aporta también la visión del consumidor de cultura: “Estamos abriendo ocho plataformas mundiales donde podremos ofrecer las artesanías para representar la identidad regional afuera y dentro del país en instancias como la conocida Feria anual Mundo Rural (Estación Mapocho), donde es notable ver el orgullo de la gente al adquirir artesanías tradicionales que son parte de su universo familiar. Con respecto al rescate, nuestra principal tarea es salvaguardar el arte antiguo del oficio y enfocarnos en la disponibilidad de materias primas: tener ovejas de doble propósito, disponer de maderas nobles, acceder a sembrados de plantas y flores para teñido. Los post-formados y enchapados han dejado de lado el trabajo de madera con estampa y las trabajadoras de lana ya no bordan sabanillas o alfombras, porque las lanas no son las adecuadas. El tercer esfuerzo imprescindible es pensar el diseño milenario en contextos contemporáneos. Si cambiamos la óptica de las ferias artesanales y disponemos una oferta de galerías, daremos el salto necesario para verdaderamente expresar con arte la riqueza de nuestra Naturaleza en todo su potencial creativo. Invertir en esta modalidad de desarrollo social tendrá réditos insospechados y de largo alcance. En el día a día, si reemplazamos un utensilio de plástico por uno de cerámica, todos podemos ser parte de una gran revolución”, concluye Ricardo.