

Por_Pamela Marfil
Mucho se ha escrito respecto a los beneficios que reporta en las personas el escuchar, tocar y/o componer música. Se habla de los efectos a nivel neuronal, o como ayuda a la concentración y relajación. Incluso se ha podido demostrar que, si se aprende a tocar un instrumento, el cerebro sufre modificaciones estructurales. Para los que aún puedan mostrarse escépticos, nada más contundente que saber que ya hace 5.000 años, en el Antiguo Egipto, el mismo jeroglífico asignado a la música se usaba para representar los conceptos abstractos de alegría y bienestar. Sin necesidad de demostraciones sofisticadas, esta gran civilización tuvo la sensibilidad para reconocer el poder de la música.