

El centenario del guionista argentino H. G. Oesterheld se conmemora en Buenos Aires con una muestra en la Biblioteca Nacional. Es un rescate de archivos, borradores, nexos con Chile y textos inéditos que rehacen el camino de un geólogo convertido en narrador.
Por_ Rafael Valle M.
El material recopilado incluye la carta que Héctor Germán Oesterheld, HGO (Buenos Aires, 1919) recibió de la chilena editorial Quimantú, interesada en su biografía del Che Guevara, obra cumbre dibujada por Alberto Breccia y cuya publicación fue abortada por el golpe de 1973, cuando ya tenía visto bueno del autor. También hay guiones para la revista «El Pingüino» y el borrador de un texto que sería dibujado por Hervi, que recuerdan el nexo más que esporádico de Oesterheld con la industria editorial local.
Y hay mucho más: relatos inéditos, apuntes taquigráficos del escritor que evitaba la máquina, cuentos infantiles, textos didácticos, capítulos y páginas proyectados de series como «Ernie Pike», «Tinconderoga» y «El Eternauta». Fueron papeles, libros, carpetas que, entre cambios de domicilio y lo que inevitablemente se pierde con el paso de los años, quedaron en un par de maletas. Parte de ese tesoro fue donado al Centro de Historieta y Humor Gráfico Argentinos, de la Biblioteca Nacional del vecino país, y es la columna vertebral de «Palabra de Oesterheld», muestra que recuerda el centenario del nacimiento del guionista de varias obras mayores de la historieta trasandina.
“Oesterheld fue geólogo y dejó la geología para dedicarse a tiempo completo a escribir textos de divulgación científica y cuentos infantiles. Él hizo 10 años eso antes de pasar a la historieta”, detalla Judith Gociol, curadora de la exposición. La también investigadora trabajó en la clasificación de los archivos junto a dos nietos del escritor, muerto y desaparecido en 1978 durante la dictadura militar argentina.
Aquí están las pulsiones de un hombre que hace su tránsito a la historieta como escritor y luego como editor, al crear Editorial Frontera y revistas como «Hora Cero Semanal», que es donde nacería «El Eternauta». HGO, en su propia trinchera y en publicaciones como «Misterix», se revela como un guionista que incursiona en todos los géneros posibles: ciencia-ficción («Sherlock Time», «Mort Cinder»), guerra («Ernie Pike») y western («Tinconderoga»), entre ellos, con viñetas que en la década de los 60 abrazan contenidos cada vez más políticos, en paralelo a su afiliación a Montoneros.
“Hay un registro de lecturas que hacía, y era de un libro por día y a veces, en paralelo, dos. Oesterheld era un lector impresionante, y con esto te vas dando cuenta de que tenía una enorme cultura general”, señala la curadora.
La muestra, que se extenderá hasta abril de 2020, resalta los inicios de un autor que tempranamente se revela como tal. “Lo que conocía menos de Oesterheld y me gustó mucho es la divulgación científica. Él escribe de la vida en el fondo del mar, por ejemplo, y narra la historia de un naufragio que se transforma en una aventura
y donde llega a contar la vida de animales en el mar”, dice la experta. “También hay cosas como una carta de cuando viajó a Europa y en la que describe cómo mirar un museo. Es hermosísima. Por ejemplo, él ve una espada en el museo y se imagina al que la usó y hace una historia de ese objeto, como un guión o un cuento”.
Más allá del guionista venerado en su país y en el resto del mundo, para Judith Gociol «Palabra de Oesterheld» reconfigura a un autor “que tiene una potencia narrativa impresionante, una capacidad de producción enorme, una diversidad temática muy grande y una calidad mínima asegurada de cualquier cosa que hiciera”.
La exposición inevitablemente incluye viñetas para recordar colaboraciones de HGO con dibujantes como Francisco Solano López, Juan Zanotto y el mentado Breccia, aunque no hay originales de grandes obras por temas de derechos y porque muchos de ellos están en Europa. Eso, en todo caso, ayuda a cumplir con el imperativo de que “queríamos destacar al narrador, que al narrador no se lo comiera el dibujante”.