

Por_ Josefina de la Maza. Investigadora CIAH, Universidad Mayor
En 1935, el austríaco Erwin Schrödinger planteó un experimento que definió las bases de la física cuántica. Si bien su propuesta de carácter hipotético nunca fue ejecutada, se convirtió a lo largo del siglo XX en una de las tentativas más famosas y comentadas por la cultura popular occidental. Ampliamente conocida como el “gato de Schrödinger”, la idea del científico era la siguiente: un gato sería encerrado en una caja sellada con un dispositivo que, de ser activado, causaría la muerte del animal. Lo que promovía Schrödinger con su experimento era la noción de “superposición cuántica”, que grosso modo supone que antes de abrir la caja el gato está, al mismo tiempo y en partes iguales, vivo y muerto. Esta idea supera al sentido común, el que ante una situación como ésta sugiere la existencia de un 50% de probabilidades de que el gato esté vivo y un 50% de probabilidades de que esté muerto. Desde el punto de vista de Schrödinger, mientras la caja se mantenga cerrada el gato encarna ambas probabilidades y no es sino hasta el momento de la apertura cuando se resuelve el dilema.

«Triangulación Lumínica» 2021
Aluminio Electropintado, vidrio, filtro de control
solar, sistema LED, aluminio compuesto, blackout de vinilo 180 x 140 x 13 cm
El “gato de Schrödinger” es una forma relativamente sencilla de pensar en las complejidades de la física cuántica. Es, de hecho, un ejercicio teórico, un desafío mental que cuestiona los modos en que percibimos los fenómenos que no son visibles al ojo humano –como el movimiento de las partículas-, invitándonos a pensar en las múltiples probabilidades que nos entregan las dimensiones del tiempo y del espacio. Al intentar visualizar el experimento, ampliamos las posibilidades de nuestra comprensión de aquello que es imperceptible a nuestros ojos.
La atención de Toro Blum por la percepción es de larga data y está asociada a sus estudios previos de psicología. Vinculando temas del arte y la psicología, se podría sugerir que sus obras son laboratorios en donde se ensayan diversas hipótesis. Tal vez las preguntas más complejas que
el artista busca explorar tienen que ver con cómo se construye subjetivamente el mundo y cuáles son las relaciones posibles entre lo objetivo y lo subjetivo –o, dicho de otra manera, las relaciones que ocurren entre una obra concreta y cómo esa obra es percibida subjetivamente por el espectador. ¿Cuántas obras posibles o, más bien, cuántas experiencias se pueden vivir a partir de una obra? ¿Qué elementos permanecen en una percepción controlada, cuáles cambian? Esas son algunas de las preguntas que sugiere la obra de Toro Blum. En el caso particular de esta exposición, la serie de fotografías del Eclipse de 2019, que fue posible ver desde la Región de Coquimbo, son paradigmáticas. Como comenta el artista: “Estas fotografías fueron tomadas con una cámara análoga de 120 mm y cada una fue realizada mediante una exposición múltiple de la película. Hay un trabajo de improvisación en el momento, donde la fugacidad del tiempo en el Eclipse es marcada múltiples veces en cada una de las fotografías. Está el movimiento del cuerpo y la cámara que registra, como si la luz y la oscuridad se dieran al mismo tiempo, así como la temporalidad efímera en la quietud de la imagen. Son opuestos simultáneos, reverberancias de lo mismo que intento hacer visible”.

«In Between a Lamp» 2019
Espejo de una dirección, espejo, ampolletas y estructura de acero
180 x 80 x 40 cm
«La Cámara de Schrödinger» es el título de la exposición que Javier Toro Blum (Santiago, 1983) exhibe en la Galería Patricia Ready hasta el 02 de septiembre. Desde hace varios años el artista ha buscado, de modo consciente y programático, tender puentes con otras áreas del conocimiento con el fin de ampliar los diálogos culturales de sus obras. Notables, en ese sentido, son piezas como «Ingmar» (2010, 2016, 2017), una reflexión potente sobre la visualidad desencadenada a partir de una frase de la película «El séptimo sello», de Ingmar Bergman (1918- 2007), o «El mundo en llamas» (2017), en colaboración con el académico David Johnson, en donde la destrucción y la pérdida del patrimonio cultural de la humanidad se hacen presente.
El interés de Javier Toro Blum por conectarse con el mundo del pensamiento está basado en una reflexión sostenida sobre lo intangible y sobre cómo es percibido desde el arte. En ese sentido, el artista se inscribe en una tradición que desde mediados del siglo XX ha tenido un particular énfasis y cuyas áreas de acción están asociadas al lenguaje, la abstracción y la percepción a través de una siempre importante economía de medios. En esta exposición, el punto de anclaje que permite una reflexión sobre la percepción es Schrödinger y sus formulaciones sobre la física cuántica.

«Reversión Temporal (Lilium)» 2020/2021
Tiempo, película fotográfica 120 mm, tubo fluorescente.
El foco de «La Cámara de Schrödinger» está puesto, entonces, en un juego de espejos: obras similares, pero diferentes; iteraciones que desestabilizan la percepción y permiten al espectador sumergirse en una experiencia de obra que nos desafía en su relación con la misma.
Utilizando materiales industriales como vidrios, filtros de control solar, aluminio electro pintado y compuesto y sistemas led –materiales que se han convertido con el paso de los años en característicos de la obra del artista–,Toro Blum produce obras abstractas y lumínicas a partir de las cuales sugiere la existencia de realidades paralelas, como si el espectador se enfrentase a la paradoja de Schrödinger. A través de diversos juegos de reflejo que se producen entre imagen y fondo, el artista pregunta ¿cómo veo? ¿qué veo? En síntesis, las obras de la exposición operan como dispositivos que permiten enfrentarse a la diferencia y la repetición, parafraseando el título de otra de las grandes referencias de esta muestra: «Diferencia y repetición», de Gilles Deleuze, libro publicado en 1968 a partir de la tesis doctoral del autor. Sobre los vínculos que el artista establece en relación con la filosofía de Deleuze, cabe destacar, como propone Toro Blum, “lo que se repite, aunque lo parezca, nunca es lo mismo. La propia experiencia siempre será diferente. Esto nos conecta con nosotros mismos, nos vuelve conscientes y su alentadora consecuencia es que nos mantiene alejados de su opuesto: la indiferencia”. Las palabras del artista son especialmente pertinentes hoy, en un contexto en donde la repetición de la experiencia diaria del encierro parece determinar la cotidianidad. «La Cámara de Schrödinger» es, entonces, una instancia oportuna, una exposición que en su dimensión material y conceptual nos invita a observar y percibir al mundo, sus objetos y artefactos, con ojos atentos y curiosos.