

Grandes referentes de la danza son los que podrá ver el público chileno durante la versión 2017 del Festival Internacional Santiago a Mil. Desde el flamenco desprejuiciado de Rocío Molina hasta la versión dark para «Blancanieves», de Angelin Preljocaj; con hitos de experimentación actual, como el desafío físico de los monjes de Shaolin en «Sutra», de Sidi Larbi Cherkaoui, o la celebración de la danza amateur que Jérôme Bel realiza en «Gala». Un abanico de propuestas que estará en cartelera durante todo el Festival, cuya vigésimo cuarta edición se desarrollará entre el 3 y el 22 de enero próximo.
Una muy buena noticia para los amantes del flamenco (que en Chile tiene muchos cultores) es la visita de Rocío Molina, considerada una de las grandes de este arte hoy. Baryshnikov cayó rendido a sus pies luego de una función en Nueva York, e Israel Galván, tal vez el más genial de los bailaores contemporáneos, le dedicó estas palabras: “De todo lo que veo, la única que me sorprende con un gesto que a mí no se me ha ocurrido es Rocío Molina. De lo que hay en el flamenco, lo reconozco todo, pero en ella hay cosas que no he visto nunca antes”.
Rocío Molina Cruz comenzó a bailar a los tres años. Recibió el Premio Nacional de Danza, mención Interpretación, que entrega el Ministerio de Cultura de España, en 2010, cuando tenía sólo 26. Ahora, con 32, ha triunfado en el Esplanade de Singapur, el Sadler´s Wells de Londres y en el teatro Chaillot de París. A Chile trae «Danzaora y Vinática», que combina dos trabajos de años diferentes y donde pretende hablar de su camino en la danza. A propósito de esa obra, presentada en el City Center de Nueva York como parte del Festival Flamenco 2016, el crítico Gia Kourlas del «New York Times» no escatimó elogios: “La señora Molina busca nuevas maneras de expresar las complejidades del flamenco, donde muchos han intentado ir, pero fracasaron: empuja los límites sin sacrificar la pureza de la forma de arte”.
Cuentos de amor y festejo
Los seguidores de la danza actual también deben poner atención a la cartelera, que considera a cuatro destacados creadores. El trabajo del franco albanés Angelin Preljocaj (59), uno de los coreógrafos de mayor reconocimiento internacional, debutó en Chile el 19 de noviembre pasado, cuando su pas de deux «Le Parc» cerró el programa «Trio ConcertDance» que la gran Alessandra Ferri presentó en el Teatro del Lago. Luego de ese aperitivo, a principios de enero llegará una de sus obras mayores: «Blancanieves», creada en 2008. La pieza, que cuenta con 24 intérpretes, «Blancanieves» del franco albanés Angelin Preljocaj. se basa en la apreciación edípica del psicoa-nalista Bruno Bettelheim y habla de un cuerpo femenino subyugado por el narcisismo, el miedo a la vejez y los cánones de belleza impuestos por la industria. Su Blancanieves no come la manzana ni sobrevive rodeada de enanos, sino que es rescatada por siete mineros del bosque. Y su ropa, si bien es blanca y alude a lo virginal, muestra mucha piel en consonancia con el discurso del coreógrafo.
Con música de Gustav Mahler y vestuario diseñado por Jean Paul Gaultier –que revivió su famoso sostén cónico para la sexy Madrastra–, Preljocaj muestra el lado oscuro del famoso cuento y su vigencia en el siglo XXI. “La juventud no es eterna. Tarde o temprano nos veremos enfrentados al envejecimiento, aunque pongamos todos los medios para retrasarlo”, señala el coreógrafo.
En «Speak Low If You Speak Love» (Habla bajo si hablas de amor, juego de palabras de la comedia «Mucho ruido y pocas nueces», de Shakespeare, y también título de una canción compuesta en 1943 por Kurt Weil), el belga Wim Vandekeybus (53) y su compañía Última Vez, creada en 1986, se unen al músico y compositor experimental Mauro Pawlowski y a la carismática cantante de jazz sudafricana Tutu Poane, para crear un espectáculo en que la danza y la música hurgan en los abismos del amor. Los bailarines, de gran fuerza técnica e interpretativa, se enfrentan con el rostro velado y semidesnudos, en pasajes sexualmente sugerentes y de gran intensidad.
Muchos han visto encarnada en esta obra la famosa frase de Napoleón: “En la guerra y en el amor todo está permitido”.
Desde su estreno el año pasado la crítica internacional ha destacado la performance del elenco. “«Speak low…» está magníficamente interpretada por los bailarines de Última Vez, que demuestran gran variedad de conocimientos técnicos y una energía imparable”, escribió la crítica de danza del sitio francés Bachtrack.
El bailarín y coreógrafo belga-marroquí Sidi Larbi Cherkaoui (40), trae en enero algo totalmente diferente de su «M¡longa» del año pasado. Se trata de «Sutra» (nombre dado a cada uno de los discursos de Buda), pieza producida en 2008 en conjunto por el Teatro Sadler’s Wells de Londres, punto neurálgico de la danza europea. En escena hay 17 monjes Shaolin, incluido un niño de 11 años, que se mueven entre grandes cajas de madera que sirven como escenografía, diseñadas por el escultor británico Antony Gormley. La música fue compuesta por el polaco Szymon Brzoska y en cada función está presente en vivo. Sidi Larbi Cherkaoui precisa: “Para crear «Sutra» me inspiré en la interpretación del movimiento que hacen los monjes de Shaolin, su completa identificación con los seres vivientes que los rodean, y esa incomparable habilidad que poseen para ‘convertirse’ en la esencia de un tigre, una grulla o una serpiente”.
Finalmente, el francés Jérôme Bel (52) impactó en 2015 al mundo de la danza con su «Gala». Veinte intérpretes de una amplia gama de generaciones forman el elenco de la pieza, vestidos con coloridas mallas, calzas y poleras. Algunos son bailarines profesionales, pero el resto tiene capacidades muy variadas. ¿El resultado? La prensa internacional ha precisado que hay humor, ternura y mucha emocionalidad, además de una celebración de la danza alejada de las piruetas y grandes saltos. En «The Times», el crítico la calificó como una creación “divertida, emocionante y bella, un espectáculo exageradamente entretenido”. Y el comentarista del «The Sunday Times» la definió como “una delirante bacanal, una delicia comunitaria, cuyo recuerdo me hace sonreír de oreja a oreja”.