

“Participar en ferias es un esfuerzo para cualquier galería, pero es una gran instancia para mostrar a sus artistas y potenciar sus carreras a nivel internacional”, afirma Patricia Ready, quien acaba de volver de ArtLima, y agrega: “Generalmente, se evalúa una feria como buena o mala según las ventas, pero hay mucho más. ArtLima se ha consolidado como la gran feria del Perú. Con los años ha ido mejorando su infraestructura y la selección de los participantes, hasta convertirse en la gran vitrina para los artistas que es hoy. Nuestros vecinos tienen un coleccionismo y una escena más desarrollada que la nuestra, por lo que en Lima confluyen los interesados en el arte contemporáneo latinoamericano de muchas partes del mundo”.
En esta versión, la galería participó con óleos sobre tela de Christiane Pooley, además de obras en pequeños formato que combinan grabado y óleo sobre placas de cobre; las esculturas en piedra y objetos cerámicos de Isidora Correa; un trabajo en lana de Carolina Ruff, que reflexiona sobre la contradictoria relación entre arte, consumo y mercado; las cajas de luz de Javier Toro Blum y los dibujos en témpera y lápiz Bic de Adolfo Bimer, dando cuenta así de una línea curatorial que privilegia propuestas nuevas, jóvenes, que hablan del desplazamiento de los oficios.
En paralelo, los curadores de ArtLima invitaron a Marcela Correa –también artista de la Galería Patricia Ready– a ocupar el centro de la Escuela Superior de Guerra del Ejército del Perú, edificio patrimonial en el que se realiza la Feria, con sus esculturas en consideración “al excelente nivel de contenido de su investigación y la estupenda realización con que concreta la misma”.
En el lugar, la artista instaló la serie «Habitaré mi nombre», compuesta por cuatro piezas en bronce montadas sobre cajas, cuñas y muebles precarios. Los volúmenes hacen referencia a las piedras de Basalto con las que viene trabajando hace un tiempo, pero si bien el bronce es más liviano que la piedra, el traslado de las piezas significó un enorme esfuerzo que sólo fue posible gracias al apoyo de Entel.
Ya de regreso, Marcela afirma que la experiencia de mostrar por primera vez en Perú “fue muy enriquecedora. Es muy estimulante ver a una sociedad interesada en el arte contemporáneo. Tuve la suerte de ser la primera venta de la Feria a un muy buen coleccionista de escultura. Además, el viaje me dio la posibilidad de visitar increíbles colecciones privadas y públicas de Arte Precolombino”. Puro alimento para una artista que de seguro dejó huella en el ámbito cultural de Perú.