

Cuando se conmemoran 500 años de la primera circunnavegación por el Planeta, el documentalista Sebastián Domínguez presenta una serie televisiva sobre la gran gesta de Fernando de Magallanes, una hazaña única que los hombres de la Nasa aún aplauden de pie.
Por_ Alfredo López J.
Menudo, pero de mirada valiente. Con estampa de hombre osado, y de palabras precisas, Fernando de Magallanes, o Fernão de Magalhães, llegó hasta la corte de Carlos I de España con un globo terráqueo en sus manos. Un objeto curioso aún cuando el Renacimiento terminaba con siglos de oscuridad e ignorancia medieval. Esa esfera incompleta, donde no aparecía toda América ni el inmenso océano Pacífico, llamó poderosamente la atención del entonces rey de Castilla que, apenas con 19 años, creyó en este hidalgo proveniente de una antigua y noble familia del Duero, en el norte de Portugal.
Ese adminículo que giraba en su eje fue para el monarca una fuerte evidencia de sabiduría, ciencia y modernidad que, por supuesto, no dejó pasar por alto. El hombre, que después fue conocido como Carlos V, el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, sencillamente se maravilló con la posibilidad de que hubiera un paso que permitiera llegar a los paraísos de Las Indias, el lugar donde se obtenía canela, pimienta o clavo de olor, especias que entonces tenían un valor más elevado que el oro.
Más que la prosperidad económica, lo que llamaba la atención a Magallanes era poner a prueba sus acabados conocimientos de navegación, su gran intuición y, sobre todo, confirmar la existencia de un mar nuevo, al otro lado de ese continente que Cristóbal Colón había descubierto años antes casi por error.

El documentalista chileno Sebastián Domínguez
Esos pasajes convincentes en la vida del gran argonauta, el mismo que puso por primera vez la bandera española en los territorios del entonces llamado Mar del Sur, fue para el documentalista chileno Sebastián Domínguez el punto de partida para el estreno de «La gran travesía», una serie de dos capítulos que narra en detalle cómo una expedición logró cambiar el curso de la historia y, sobre todo, ampliar la mirada que existía entonces sobre el Planeta y sus límites. Mediante entrevistas a historiadores, escritores y otros expertos, la obra relata también el paso del gran capitán por tierras y mares patagónicos que hoy son parte del territorio chileno.
De agua somos
El documental comienza con espectaculares imágenes por aire, tierra y mar que muestran el punto de partida de Magallanes en Sevilla para internarse por las costas atlánticas, luego navegar por las aguas del Estrecho de Magallanes y finalmente desembocar hacia el enorme Pacífico.
En la progresión dramática se incluye además una serie de episodios violentos, traiciones y la constante amenaza de hambrunas que atribularon a la expedición durante un viaje heroico de casi tres años. Grabado en Portugal, España, Brasil, Argentina y Chile, el documental busca poner el acento en la importancia que tiene este descubrimiento en torno a la cosmovisión del Planeta. Un trabajo que ahora es presentado por la Universidad San Sebastián y que contó con el apoyo de Patricia Ready de Yarur.
Para Domínguez, que estudió periodismo en la Universidad Católica y es máster en Fine-Arts-Film en la Syracuse University de Nueva York, se trata de una historia que remeció al mundo en su época y que aún tiene implicancias: “Es sin duda la expedición más importante del siglo XVI, que tuvo como resultado, más que un nuevo paso para las naves europeas, la certeza de que había un océano tan grande que ocupaba el 30% del Planeta. Eso cambió la visión del mundo. Antes se creía que era mucho más pequeño y que las porciones de tierra representaban el 70% de su composición total. Muy pronto confirmaron que era al revés”, explica el autor.
En este punto Domínguez se detiene: “Siempre se dice que Diego de Almagro es el descubridor de Chile cuando en realidad fue Magallanes quien pisó primero suelo chileno. Él es el verdadero descubridor, un hombre que llama la atención por muchas cosas. Una de ellas es su carácter, era dueño de una personalidad que nos enseña que detrás de toda gran aventura, siempre hay una gran templanza y una enorme capacidad de liderazgo. Algo que incluso se puso a prueba cuando su tripulación hizo un motín en su contra porque se sentían en medio de una navegación interminable”, prosigue.
Esa fortaleza para avanzar en medio de lo desconocido habla del espíritu emprendedor de Magallanes, “algo que ahora sólo hacen los exploradores del espacio, donde las nuevas fronteras parecen ser la Luna o Marte. De ahí que su figura sea tan potente, por ejemplo, entre los astronautas. Magallanes es un ídolo en la Nasa hasta ahora”.

“Las personas como Magallanes buscaban fama, honor y fortuna, como los futbolistas de hoy, como Messi”, dice Domínguez. “Pero en lo profundo, fue un quijote antes del quijote, siempre detrás del sueño imposible, aquel de ampliar las fronteras de la humanidad”.
Fama, honor y fortuna
En embarcaciones precarias que surcaban mares bravos, con timones primitivos y sin más guía que las estrellas, Magallanes es un referente para el hombre contemporáneo, “sobre todo por esa capacidad de ir más allá de los límites, pero sobre todo de mucha obstinación”. Magallanes, que fue paje del entonces rey Manuel de Portugal y que pertenecía a las más nobles familias lusitanas, no logró tener una buena relación con la Corona y nunca tuvo la confianza para salir adelante con sus expediciones, una tarea que entonces estaba reservada para hombres aristócratas de gran educación en artes liberales, ciencias y matemáticas, como era su caso. Muy a diferencia de Cristóbal Colón, que no tuvo una educación en su adolescencia tan pertinente como la de Magallanes. “Por eso salió de su país, se sentía defraudado. Había ido incluso a la guerra por su nación, había peleado por ella. Y de nada le sirvió. Fue cuando se atrevió a pedirle ayuda a Carlos I en tiempos que Portugal dominaba todas las rutas marítimas”, añade.
Las personas como Magallanes eran pocas, “buscaban fama, honor y fortuna, como los futbolistas de hoy, como Messi”, dice Domínguez con buen humor. “Tenía un gran ojo marinero, no cometía errores náuticos. Y, en lo profundo, fue un quijote antes del Quijote, siempre detrás del sueño imposible, aquel de ampliar las fronteras de la humanidad”.
En el programa de actividades a nivel nacional, la Ministra de Cultura Consuelo Valdés es la vicepresidenta del Consejo Asesor Presidencial para la Conmemoración de los 500 años, donde el foco estará principalmente en la exposición «Encuentro de tres mundos», un recorrido visual sobre este encuentro de culturas y su interacción con los pueblos originarios. Todo mediante materiales y contenidos propios de la Biblioteca Nacional y el aporte de colecciones digitales procedentes de Portugal, España y otros países. También se está elaborando, junto al Centro Nacional de Conservación, un mapa interactivo con la ruta del viaje que incluye descripción de glaciaciones y datos sobre el poblamiento de la zona y sus primeros pueblos originarios.
Para Domínguez se trata de un buen hábitat para su documental, donde la mirada post Magallanes se extiende en el relato. Aparece la dura sobrevivencia de los pueblos yámanas, aonikenk y kawésqar, la fiebre ovejera que replicó el concepto de estancias entre Las Islas Malvinas y Punta Arenas, además de otras expediciones posteriores como la de Ernest Shackleton y Roald Amundsen. Pero ninguna gesta supera la de Magallanes, el hombre que derribó las barreras del miedo frente a lo desconocido.