

Para celebrar sus 30 años, revista «Trauko» regresó con parte de su equipo clásico y artistas de la nueva generación. Ya va en el segundo volumen, excusa para un balance con revelaciones, sincronías y cosas que no cambian.
Por_ Rafael Valle M.
Se podría decir que es la misma revista, pero distinta. La misma, porque esta publicación, cuyo nombre homenajea al clásico personaje de la mitología chilota, mantiene su espíritu atrevido, pero diferente porque viene con más páginas y mejor papel. La misma porque el regreso ha sido con parte de su equipo histórico –los dibujantes Karto, Yo-Yo, Felva y el guionista “Huevo” Díaz, entre ellos–, pero en un mundo donde los kioscos no son la vitrina que eran en dictadura.
“En esto de volver a hacer la revista no hicimos un previo análisis de mercado ni un plan de negocios, sino que fue espontáneo: un deber hacer antes que algo que íbamos a evaluar”, dice Omara Arriagada, coordinador editorial y uno de los gestores del regreso de «Trauko». Un retorno pensado para celebrar los 30 años de su debut y lanzar cuatro números temáticos trimestrales para festejar en un 2018 marcado, además, “por el triunfo de Piñera y de las derechas en distintas partes del planeta. Fue coincidente y sincrónico que el contexto político nacional y global nos obligaba a volver”.
Siguiendo la numeración original, primero se lanzó el volumen 37 –con dos mil unidades-, dedicado a los migrantes, y a fines del año pasado vio la luz el siguiente, que tributa a los pueblos originarios. “Este último número se editó en septiembre (pasado), luego vino el estallido y nos dimos cuenta de que la revista sintoniza con la contingencia, con el simbolismo mapuche y una historia planeada en cuatro capítulos con temas muy premonitorios”, detalla Arriagada.

«Wall Mapu», historieta de Huicha aparecida en el último número.
Ferias
Y de nuevo: algunas cosas no cambian y otras sí. Entre las primeras, el retraso editorial que se suma a la historia de accidentes felices y no tanto (revistas requisadas por la justicia y ataques incendiarios a la imprenta, entre ellos) que escribieron la historia de la «Trauko» original. Entre las segundas, el llegar a un mundo donde el lector-objetivo mutó: “Tuvimos harta expectativa de una recepción con más correlato en la venta, con un público más cautivo, que se iba a poner contento con el retorno, pero nos encontramos con que los hábitos de consumo en relación al cómic en los mayores de 45 no están en eso (…). Al parecer, el que era nuestro público no tiene dentro de sus prioridades la de comprar revistas, y los menores –de entre 18 y 30– hacen más sus lecturas por medios digitales que impresos. Adquirimos un aprendizaje participando en ferias de cómic, donde editores independientes nos contaban que, más o menos, venden unos 600 ejemplares al año en ese circuito. Nosotros vendimos 600 en seis meses”.

Librerías y ferias de cómic son la principal vitrina de la revista en su regreso.
Con todo, el balance es bueno.
Una razón es que “el cariño hacia la revista es francamente emocionante, porque le trae recuerdos a mucha gente”. Otra es que el retorno sumó a nombres internacionales –el argentino Enrique Alcatena, en el más reciente número– y a locales hoy consagrados, como Gonzalo Martínez y “Félix Vega, que postuló algunos trabajos hace 30 años y nunca se publicaron porque la revista cerró, por lo que estaba contento cuando lo invitamos”.
La operación retorno sigue en marcha y un objetivo es llegar a la planeada periodicidad trimestral mientras surgen ideas de edicionesfuturas con antologías, anuarios y números dedicados a un solo artista. Como en el pasado, «Trauko» crece y se arma sobre la marcha, como un proyecto que sorprende incluso a quienes lo llevan adelante. “Aveces pensamos que el editor de «Trauko» es el Trauko mismo”, dice Omara Arriagada.