

Una muestra dedicada a un grupo de creadoras cuyas trayectorias han dejado huella en el país se expone hasta el 12 de julio en la galería de Patricia Ready, cuya curatoría quiso rendir homenaje a estos nombres capitales de nuestra historia del arte: Roser Bru, Lea Kleiner, Valentina Cruz, Lise Moller y Teresa Gazitúa.
Por_ Marilú Ortiz de Rozas
Secretos tesoros y manifestaciones de la Naturaleza, así como elementos de sus vidas cotidiana e intelectual se entrecruzan en la obra de estas cinco creadoras. Chilenas o extranjeras adoptadas por nuestro país, Roser Bru, Lea Kleiner, Valentina Cruz, Lise Moller y Teresa Gazitúa se reúnen por primera vez en la exposición «Mujeres. Trayectoria», que estará en la Galería Patricia Ready hasta el 12 de julio.
La iniciativa de congregarlas nació de Patricia Ready, quien, si bien en los treinta años en que se ha desempeñado como galerista se ha enfocado principalmente en descubrir y potenciar a artistas jóvenes, siempre ha sentido un profundo compromiso con la historia del arte: “Valoro y respeto muchísimo el trabajo de nuestros artistas consagrados, quienes han construido nuevos paradigmas en el mundo de las artes visuales, y, por supuesto, en nuestra cultura. Lamentablemente, como sociedad muchas veces no los ponemos en valor o simplemente los dejamos en el olvido”. Por lo mismo, llevar a cabo una exposición de esta índole le rondaba hace algún tiempo, y apenas la concretó, inmediatamente se le vinieron a la mente los nombres de estas cinco artistas. “La muestra nació como un humilde homenaje, y lo que exhibiremos es un pedazo de nuestra historia de las artes visuales en la que estas mujeres han jugado un rol importantísimo. Cada una de sus obras, en su estilo y lenguaje, devela una profunda reflexión social y estética propia de su época”, sostiene Patricia.

«El Aura de Miguel», Roser Bru.
Maestra Bru
La propuesta curatorial se concentró en rescatar ciertas obras icónicas de cada una de las artistas, como también algunos trabajos inéditos, en los cuales se distinguen la impronta personal y el carácter de cada una de estas cinco creadoras, que aquí conversan sobre esta experiencia.
Gazitúa, Kleiner, Cruz y Moller concuerdan que Roser Bru es una maestra en Chile: ella claramente marcó a muchos creadores. “Es un honor hoy exponer con una artista a quien considero una de mis maestras”, declara Teresa Gazitúa.
Tessa Aguadé, hija de Roser, expresa que su madre ha sido un ícono en las artes visuales y gráficas en Chile: “No solamente ha dado vida a sus óleos, acuarelas y dibujos; sino que, además, con Nemesio Antúnez fueron creadores del Taller 99, donde hasta hoy sigue asistiendo los martes, aportando una gran enseñanza para los grabadores y las grabadoras”, resume Tessa, quien recuerda que como reconocimiento a lo entregado al país, Roser Bru recibió el Premio Nacional de Arte en 2015.
En tanto, Agna Aguadé, su otra hija, destaca que Roser ha sido capaz de perseverar y desarrollar un lenguaje propio que fue modificando a través de los años, de acuerdo a sus vivencias y focos de interés: “Es importante su mirada de mujer, que instala desde su juventud: ella toma lo cotidiano y muy particularmente desde la vivencia femenina (mujer y maternidad, mujer con ovillos de lana, oficios de mujer, etc). Esa mirada, con esa profundidad y desarrollo, la hace casi única en su género”, afirma.
Roser Bru, que nació en 1923 en Barcelona y llegó a Chile tras el fin de la guerra civil, en 1939, en el Winnipeg (el famoso barco que fletara Pablo Neruda para traer refugiados españoles al país), presentará un conjunto de obras que ilustran su vasta y nutrida trayectoria, con obras desde comienzos de los años sesenta hasta la actualidad.
“Lo más notable de Roser, es que ha logrado en su obra una maravillosa simpleza, que es algo tan difícil de alcanzar”, destacan sus compañeras de ruta.

Lise Moller.
Cochayuyos, acuarelas
En tanto, la conocida escultora, ceramista y grabadora Lise Moller presentará algunas obras de su serie «Cochayuyos», trabajo al cual ha dedicado ya varios años. Este quehacer la ha conectado con su profundo amor al mar, a la vez que le ha permitido valorizar, a través de su arte, un elemento muy poco cotizado en el rubro, como estas particulares algas de la costa chilena que ella presenta como «Bultos» (y que originalmente formaba en cerámica). “Hasta hace poco iba a Tunquén a recoger mis cochayuyos, sin embargo, cada vez tengo que ir más lejos, pues ya escasean en la zona central. Los últimos los traje de la costa de la región de Los Lagos”, cuenta la artista, quien se define como “una alfarera”.

«Grupo de Sauces», Lea Kleiner.
Lea Kleiner, por su parte, llegó a Chile a los diez años, desde Croacia, y ella resume su filiación patria encogiéndose de hombros: “Uno no queda ni de aquí ni de allá”. En esta ocasión, Kleiner exhibirá cinco acuarelas de su producción reciente, las que siempre se inspiran en los paisajes, en la Naturaleza, como muchas de estas creadoras. Su madre había sido paisajista amateur y con ella aprendió a observar las flores, el pasto, instinto que transmite a sus alumnos, pues también es reconocida como una gran maestra por sus pares. Ellas subrayan que Lea además desarrolla una de las técnicas más difíciles dentro del oficio, pues la acuarela no admite error, y, en su caso, la trabaja con una delicadeza y colorido muy particulares.
“Soy un caso especial, por cuanto empecé a crear mis acuarelas profesionalmente y a exponer a los cincuenta años”, señala Lea, quien, como casi todas, debió conciliar su vida artística con la familiar. “Mi hija mayor solía decirme ‘suficiente’, para que acabara de trabajar”, recuerda esta políglota creadora y gran viajera.

«Caperucita», de la serie Caperucita Roja, Valentina Cruz.
Caperucitas y Cordilleras
La excepción a la regla en este grupo es Valentina Cruz, quien, por decisión propia, nunca se casó ni tuvo hijos y se declara muy feliz con su opción de vida: “Mi padre era jurista y diplomático, y pasé muchos años en diferentes ciudades europeas, en plena Segunda Guerra. Muchos años después nació en mí el apego a la Naturaleza, y vivo hace veintitrés años en Pirque, pero me costó mucho acostumbrarme al comienzo”, comenta esta mujer que también ha sido profesora por años. Ella suele recomendar a sus alumnos viajar, “para estudiar y crecer”.
Siempre muy alternativa y original, Valentina Cruz se sigue atreviendo a romper moldes y lo que presenta en esta muestra es completamente diferente de lo que ha hecho hasta ahora: son grandes obras pintadas en acrílico, que ilustran su versión de «La Caperucita Roja». Además se concentró en tres colores, rojo, negro y blanco, para dar vida a los clásicos personajes del cuento de Charles Perrault.

Teresa Gazitúa
La quinta artista es nada menos que Teresa Gazitúa, una mujer que tiene una vasta “cultura agrícola”, como ella refiere, pues ha pasado varios años de su vida en zonas rurales. Aunque hoy reside en plena urbe, viaja incansablemente a diversos puntos campestres o marítimos, donde encuentra su fuente de inspiración, que es la Naturaleza. Teresa Gazitúa aporta a esta muestra una instalación central, una de sus «Cordilleras Colgantes», que se forma a partir de un pulcro ensamblaje de piedras lajas de pizarra; una pieza derivada de una creación estrenada en esta galería en 2013. Además, presenta cuatro obras efectuadas a partir de registros fotográficos, que digitaliza, también inspirados en nuestros Andes (algunos captados desde una ventanilla de avión, otros desde la que fuera su casa en Pirque). Son imágenes altamente depuradas, contrastadas y estéticas, que tienden a la abstracción y que develan en su esplendor su arte minimalista y refinado. Ella es otra artista que lidió con hogar, hijos, docencia y creación, y se recibió con Distinción Máxima en cada una de estas disciplinas. Incluso, revela que, a través de su trabajo, actualmente disfruta de una grata relación con sus nietos: “Sin embargo, hasta ellos ya están grandes”, concluye con humor. Mas, estas cinco artistas demuestran que el correr de los años no ha hecho sino enriquecer su producción artística, su simpatía, su pasión por el oficio.