

La artista y ensayista alemana Hito Steyerl tiene un tono apocalíptico que, sin embargo, no le resta lucidez. En su texto «En caída libre. Un experimento mental sobre la perspectiva vertical», cavila sobre los cambios que ha experimentado la mirada en las últimas décadas, sobre cómo nuestro sentido de orientación espacial y temporal ha mutado de forma dramática estos años con las nuevas tecnologías. “Uno de los síntomas de esta transformación es la creciente importancia de las vistas aéreas: panorámicas, Google Maps, imágenes por satélite. Nos estamos acostumbrando cada vez más a lo que antes se denominaba la visión del ojo de Dios”, escribe Steyerl. Pero en nuestros recorridos cotidianos seguimos mirando la ciudad de la misma manera: de forma fragmentada, sin una visión de conjunto. O, como dice el título de un ensayo del académico chileno Sergio Rojas: desde la calle no se ve la ciudad.
En torno a esa idea gira la obra de Carolina Illanes (1981), quien tomó precisamente esa frase para dar nombre a su nueva exposición, la que tendrá lugar en la Galería Patricia Ready, entre el 18 de julio y el 24 de agosto, y en la que se exhibirán cuatro piezas a través de las cuales la artista reflexiona, entre otras cosas, sobre los cambios vertiginosos que experimenta Santiago, una ciudad que se ha visto sometida a los designios de un mercado inmobiliario que transforma sus barrios a una velocidad feroz, que echa abajo construcciones viejas y que, de paso, barre con la memoria y la historia de los lugares. Se trata de una suerte de continuación de «Bungalow» (2015), su muestra anterior, en la que exploró, mediante piezas confeccionadas en cartón pluma y papel de algodón, las formas en las que se trazan y diseñan los espacios privados dentro de la ciudad.
“«Bungalow» abrió mi interés por una vista cenital de la arquitectura y de la ciudad. En ese tiempo comencé a utilizar mucho Google Maps y Google Street View, ya no para buscar alguna dirección, sino que poco a poco se transformó en una herramienta de trabajo importante. De esta forma, el punto de vista del transeúnte que se mueve por la ciudad cambió a prestar atención a lo que uno normalmente no ve al recorrerla, es decir, a los puntos ciegos”, explica Illanes, quien en 2016 comenzó una investigación doctoral en la que examinó “las distintas evidencias que quedan de una vivienda cuando ya no hay rastros de ésta”. Es una idea que comenzó a trabajar tras vivir a miles de kilómetros de Santiago, en Francia: a punta de demoliciones, la capital chilena se reinventa a un ritmo que ya casi no logramos percibir.
La comuna de Ñuñoa, donde vive la artista, es quizás uno de los sectores que más evidencian esa realidad: en los lugares donde antes había casas ahora hay torres gigantescas hechas de manera serial, sin ningún sentido estético ni armónico, sin ninguna visión de conjunto. De ahí que las obras expuestas estén creadas a partir de dos huellas de este fenómeno: los archivos fotográficos contenidos en Google Street View de viviendas que ya han sido demolidas en la comuna, y el expediente municipal de una de las casas derribadas.
A partir de ese material, Illanes crea una videoinstalación compuesta por una proyección y por gofrados (impresos en bajo relieve sin tinta) de documentos legales e intervenidos con cortes; una serie de expedientes también modificados a partir de distintos procedimientos gráficos, y una pieza tridimensional que reproduce las rejas perimetrales de protección de una manzana demolida. La técnica del gofrado, explica, da una imagen espectral a los documentos de la casa derribada, remite a su ausencia, a su desaparición.
En general, ocupo materiales frágiles, como papel y cartón, que a través de operaciones modulares adquieren estabilidad. Por un lado, me interesa la peripecia que se puede lograr con un material que no fue creado con ese propósito. Por otro, quiero crear la ilusión que ocurre cuando el espectador no identifica a primera vista el material y cree que es uno de características opuestas. Mi trabajo consiste en una operación inversa a la del arquitecto, devuelvo lo que se encuentra en la ciudad a la estética del proyecto, a la maqueta”, explica la creadora, quien estuvo por primera vez en la Galería Patricia Ready en 2011, con la muestra «Imagen local».
MANERAS DE HABITAR
En el ensayo que da título a la exposición, Sergio Rojas asegura que la historia de la ciudad es la historia acerca de cómo ésta se fue perdiendo de vista, de cómo la sentimos y presentimos como un espacio mental que, sin embargo, no podemos ver en su totalidad. La tecnología nos permite nuevas miradas: recorremos el trazado digital de sus calles por medio de Google Maps, la vemos desde arriba mediante un satélite vía Google Earth; la visitamos a través de la pantalla gracias a Google Street View. Nos hemos acostumbrado al “ojo de Dios”, a la mirada omnisciente, como dice Steyerl, pero, al mismo tiempo, la urbe se desmaterializa, se vuelve un mundo virtual e intangible que muchas veces no se condice con la realidad. ¿A quién no le ha pasado que Google Street View lanza la imagen de un edificio que ya no existe? La ciudad no es sólo sus construcciones y espacios físicos, es también una abstracción, es la imagen que nos hacemos de ella. “Me interesan las distintas proyecciones arquitectónicas, ya que el habitar es también la idea sobre ese habitar. El espacio ‘concebido’ o ‘mental’ establecido por (el filósofo) Henri Lefebvre habla de las distintas proyecciones arquitectónicas, y también del imaginario que cada uno puede tener acerca del habitar. Mi trabajo está en una suerte de estadio intermedio entre lo que podría ser un espacio proyectado y el espacio social de Lefebvre”, explica Illanes. Al centrar el foco en Ñuñoa, una comuna cada vez más gentrificada y modificada, la artista demarca un territorio específico, desde el cual se proyecta una dinámica que afecta a toda la capital y a otras urbes del mundo. “La manera en que nos solemos mover por la ciudad (muchos nos desplazamos en metro), exacerba el hecho de no asimilar los cambios. Santiago va tomando forma sin una participación ciudadana, y muchos sectores están a merced de lo que dicta el mercado inmobiliario. Desde este lugar, mi interés es conectar al espectador con los indicios que quedaron tras esas transformaciones, los que son dispuestos en la exposición no a manera de información, sino que a través de huellas que son susceptibles de ser reconstruidas desde el imaginario personal”, detalla.

¿Cómo tomar distancia del paisaje urbano en el que estamos inmersos todos los días y que nos parece –erróneamente– monótono y rígido? «Desde la calle no se ve la ciudad» es eso: una oportunidad para volver a mirar el entorno cotidiano y tomar conciencia de una memoria visual y arquitectónica que se esfuma, que muta, que queda apisonada bajo torres y cuya huella pasa a ser una foto o un documento legal; un espacio para cavilar sobre cómo habitamos zonas cada vez más fragmentadas y sectorizadas mientras, en paralelo, la ciudad crece de forma desmedida. No se trata de resistirse a los cambios, dice Carolina Illanes: “Tiene más que ver con ser testigos conscientes y dimensionar la manera en que éstos acontecen. La forma en que van teniendo incidencia en nuestros modos de habitar”.
«Desde la calle no se ve la ciudad» Entre el 18 de julio y el 24 de agosto en Galería Patricia Ready