

Única en Chile que cultiva el género del teatro histórico, este 2020 la compañía celebra 20 años. Su recorrido, marcado por los aplausos de la crítica y los espectadores, continúa con una obra dedicada a Fernando de Magallanes y se proyecta en una escuela para enseñar su manera de hacer.
Por_ Marietta Santi
Un espíritu innegablemente romántico impulsó la gestación de Tryo Teatro Banda hace dos décadas. “Queríamos hacer teatro chileno, viajar y tratar de vivir de este arte”, recuerda Francisco Sánchez, director y fundador de la compañía junto a Eliseo Miranda y Carolina González, su esposa y hoy productora. Ella agrega que la idea era “llevar obras a las regiones, a las comunas y a los pueblos chicos, nunca pensamos en las salas”. Ambos sonríen porque al comienzo ni siquiera pensaban en técnicos de luz y sonido. “Hacíamos todo nosotros, era una misión”, concluye ella.
Cuatro obras de Juan Radrigán, más clásicos infantiles, formaron el repertorio que durante años metieron en una camioneta para llegar a lugares apartados. Al mismo tiempo, Francisco daba rienda suelta a su pasión por la historia y trabajaba con un libro que encontró en la casa de su mamá: «Cautiverio felis (sic)», escrito en 1620 por Francisco Núñez de Pineda. En 2007, Tryo Teatro Banda estrena «Cautiverio felis (sic)», obra dirigida por Sebastián Vila que generó gran impacto en el medio.
La casualidad dictaría el próximo paso, como cuenta el mismo Sánchez. “Estaba en la casa de un tío periodista de Carolina, y encontré en su biblioteca el libro «Las cartas de Pedro de Valdivia». Empecé a interesarme en la historia de Chile a raíz de un viaje que hicimos con Andrés del Bosque a la Araucanía, y Carolina me regaló un tomo de la historia de Chile de Barros Arana, donde salía el caso de Núñez de Pineda. Busqué el primer tomo y estaba Pedro de Valdivia. Todo un contexto histórico que investigar”.

«Cautiverio felis (sic)». Foto: Liza Retamal Salinas.
En 2009 ve la luz «Pedro de Valdivia, la gesta inconclusa», también dirigida por Vila, que recoge las peripecias vividas por el conquistador en Chile desde 1541 hasta su muerte. Las cartas que envió al rey de España forman el hilo conductor. La obra se dio primero en España, en el Teatro de Rojas de Toledo, y luego en Chile, donde ganó el premio del Círculo de Críticos de Arte y el APES como mejor obra del año. Se ha mostrado en más de 8 países y 50 festivales internacionales.
Única en Chile que cultiva el género del teatro histórico, este 2020 la compañía celebra 20 años. Su recorrido, marcado por los aplausos
de la crítica y los espectadores, continúa con una obra dedicada a Fernando de Magallanes y se proyecta en una escuela para enseñar su
manera de hacer.
En esta puesta, la teatralidad que Sánchez –también músico– persigue, alcanza su cristalización: tres actores usan más de 20 instrumentos musicales (bandoneón, acordeón, trombón, bajo eléctrico, mandolina, charango, percusión, etc.) para contar la historia. Y la crítica especializada coincide en llamarlos juglares contemporáneos, estilo que han ido perfeccionando hasta hoy.
“Los proyectos fueron apareciendo. Pancho pasó varios años de preparación leyendo e investigando paralelamente. Estábamos estrenando recién «Pedro de Valdivia…» y aparece la historia de Jemmy Button. Entonces, además del interés de Pancho por la historia, vimos que había miles de cosas que contar”, señala Carolina González.
Así, la compañía que partió con tres personas fue creciendo hasta llegar a las doce que la forman actualmente. Ser una compañía es fundamental en Tryo Teatro Banda. Como explica Carolina: “Nosotros somos una familia, viajamos y estamos mucho tiempo juntos, entonces tiene que existir una forma de funcionar muy especial. Y creo que lo hemos logrado, porque nunca hemos tenido un conflicto grave. Podemos estar un mes viajando, de repente súper bien o molestos, o cansados, pero siempre con cariño y cuidado con el otro. Somos muy familia, para nuestro hijo Baltazar los chiquillos de la compañía son sus tíos, sus amigos. Siento que ese es un gran valor que nosotros tenemos”.
Una troupe a la antigua
Hoy, el elenco de Tryo Teatro Banda está formado por Alfredo Becerra, Eduardo Irrazabal, Daniela Ropert, Diego Chamorro, Javier Bolívar, Daniella Rivera, Miguel Cortés, Martin Feuerhake y Francisco Sánchez. En la técnica están Julio Gennari y Álvaro Meléndez; y en la producción, Carolina González, Ignacia Goycoolea y Natalia Araya.
Los intérpretes son absolutamente versátiles. Tocan instrumentos musicales, cantan, bailan y su expresividad está a disposición de las necesidades de cada montaje. Para «La tragicomedia del Ande» aprendieron instrumentos andinos; y para «La expulsión de los jesuitas», lira, bajo eléctrico y hasta charango.
Cuando se les consulta qué es la compañía para ellos, las palabras que más se repiten son familia y tribu. Alfredo Becerra, quien lleva 14 años en el grupo, señala que “pertenecer a Tryo es vivir un sueño artístico integral que nos permite conocer la historia de nuestro país y el contexto del mundo en que se desarrolla. Es recorrer el territorio haciendo teatro en cualquier espacio: plazas, canchas, gimnasios, calles, iglesias, museos, bibliotecas… Manejar horas por la carretera para hacer una función es como entrar a la Gran Vía, todo sucede. Con esta tribu he tenido la oportunidad de conocer casi todo el país y también otras ciudades, sobre todo de España, que de alguna forma es parte de nuestro mestizaje”.
Daniela Ropert, con una década como integrante, agrega que Tryo “es un lugar en el que puedo estar continuamente experimentando con una visión integral de lo que es el teatro, donde se puede unir la música y la experiencia escénica. También es una familia, una tribu”.

«Pedro de Valdivia, la gesta inconclusa». Foto: Tryo Teatro Banda
Eduardo Irrazabal fue alumno de Sánchez, quien lo invitó a la compañía en su primera etapa. Luego volvió –para quedarse– hace 10 años. Él agrega que “es una compañía de teatro profesional, cruzada por la amistad. Nos miramos a los ojos, vamos juntos en una búsqueda en la que cada cual aporta lo que mejor sabe hacer. Es un espacio de creación infinito, donde fui entendiendo que todo en el teatro es posible. Hay un espacio democrático dentro del grupo que hace que fluya. Francisco y Carolina son el eslabón fundamental para que esta compañía exista”.
Javier Bolívar entró hace 3 años y medio, y ve a Tryo como una escuela donde “se está en constante formación en todo sentido y, pese al tiempo que llevo como actor, sigo aprendiendo constantemente con estos compañeros tan talentosos”.
En ese punto, Ignacia Goycoolea destaca que la compañía es un lugar de excelencia. “Hay un nivel de profesionalismo y de rigor artístico poco usual, es un espacio de observación y de reflexión crítica hacia la sociedad muy profunda y honesta”.
Para Diego Chamorro, con 3 años y medio en el grupo, es muy importante el lugar romántico desde donde se trabaja: “Ir a las poblaciones, a regiones, a entregar un trozo de historia, de debate, de cuestionamiento… explorar esa necesidad romántica de encontrarse con Chile a partir de este arte milenario, riquísimo, artesanal, que es el teatro, donde todos participamos”.
Con ese espíritu, los miembros de esta troupe cargan, descargan, viajan en bus o en van por tortuosos caminos, se alojan en hoteles o en hostales. “Nunca hemos tenido un problema con los chiquillos en ese sentido, están dispuestos pese al cansancio”, destaca Carolina González.
Pero eso no es todo, hay sueños mayores: “El Celcit (Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral) nos comisionó para que levantemos la filial de Chile, para lo que Carolina, yo y Sebastián Vila creamos la Fundación Arte Escénica. Lo otro es levantar una escuela para transmitir lo que sabemos hacer, y para que personas cercanas a nosotros puedan enseñar lo que saben”, agrega Francisco Sánchez.
Los planes son construir un galpón en Culipran (Melipilla), en medio de un espacio semi rural, donde Tryo Teatro Banda enseñará su particular forma de ejercer la juglaría. En pleno siglo XXI.
Foto portada: «La tragicomedia del Ande». Foto: Patricio Melo.