

Catalina Chamorro y Vania Perret, investigadoras y bailaoras, acaban de lanzar su libro «Memoria del flamenco en Chile», que revela los primeros pasos de esa expresión en nuestro país a través de coloridos testimonios y un acucioso trabajo de reconstrucción histórica.
Por_ Marietta Santi
Seguramente en varias casas chilenas hay alguna fotografía, en blanco y negro, de alguna mujer de la familia –abuelas, madres, tías– ataviada con un vestido de grandes volantes, lunares y enormes aros redondos. Tal vez se trate de la foto de un abuelo, padre o tío, donde luzca pantalón más arriba de la cintura, chaquetilla corta y botas de taco. Lo más probable es que al pie de la imagen diga Academia Alhambra Fiori, y uno se pregunte cada vez que la mira quién es esa mujer. Esas fotografías del recuerdo son parte de los comienzos de la historia del flamenco en nuestro país, época que las bailaoras Catalina Chamorro y Vania Perret detallan en su investigación «Memoria del flamenco en Chile».
A través de 159 páginas, la publicación –favorecida con el Fondart 2018– revisa desde la llegada de la expresión artística andaluza a Chile, a partir de los años 30, hasta la primera década del 2000. La escena actual será tema de otro libro.

Jorge Pacheco y María Angélica Amaru presentación Estadio Español en Santiago, año 1959.
El camino flamenco es reconstruido a partir de testimonios de los principales actores de las diferentes épocas. En la introducción, las autoras precisan que esta metodología responde al objetivo de “considerar las distintas trayectorias que le han ido dando forma y referirnos a su pasado, no sólo como una serie de acontecimientos, sino como fragmentos de una historia vivida y recordada en el presente por quienes han sido parte de ella”.
Así, algunas de las figuras del flamenco chileno que participaron en la investigación son Antonio Larrosa, Rosita Lagos, José Luis Sobarzo, Verónica Gallego, Jeaninne Albornoz, Angélica Cires, Paula Jacob, Francisco Delgado, Jorge Pacheco e integrantes de la escuela de Manuel el Gitano. Además participaron Fernando Sebastián y María Eugenia González, en Viña del Mar; y Antonio Concha Amaya, Carmen Concha y Viviana Medina, en Concepción.
A través de muchos datos (que conforman una interesante cronología) y testimonios, las autoras van hilando el camino del arraigo del flamenco en Chile, que en pleno siglo XXI es cada vez más fuerte, con una escena plagada de academias que acogen a profesionales y amateurs. Sobre esa seducción nacional por el flamenco, Catalina piensa que “esta investigación justamente da las claves de este arraigo en tanto nos permite comprender cómo el gusto por ‘lo español’ se va forjando con fuerza en nuestro país a través de procesos muy importantes. Por medio de la migración, sin duda, pero también del propio proceso de internacionalización de las danzas españolas. Allí se encuentra el primer flamenco que llega aquí, el ballet flamenco”.
Catalina, que es licenciada en Antropología Social y doctora en sociología, precisa que “de la mano de las danzas regionales, la escuela bolera y la danza española estilizada comienza a aparecer la expresión de este arte bajo aquella forma clásica y teatral. A través también de la popularidad que alcanza la Zarzuela y la música popular española, que se difunde ampliamente en las radios. Este repertorio, presente de una u otra forma en la vida cotidiana de la mayoría de los/as exponentes, es el que les va vinculando a aquellas expresiones desde las cuales luego se recorre el camino hacia el flamenco tradicional que más comúnmente se baila hoy día en las escuelas”.
Y Vania Perret, socióloga, comenta que el flamenco sin duda es una disciplina que despierta mucho interés y afición en el público nacional. “Las escuelas de flamenco no sólo son medios de desarrollo de este arte, sino también un motor principal para mantener el flamenco vivo. Son puntos de encuentro, intercambio, desarrollo personal, donde se crean lazos muy fuertes, comunidades y familias donde no hay edad ni género para empezar a bailar, cantar o tocar. Además, el flamenco, a diferencia de otras danzas, no tiene edad y rompe con los estereotipos tradicionales del cuerpo y la estética de la danza académica, tiene mucha fuerza y expresividad que conectan directo con las emociones de las personas que lo practican”.

la bailarina española la Chunga, que visitó Chile y fue un imán para varios bailaores y maestros.
El gusto por lo español
«Memoria del flamenco en Chile» consigna que la ruta del flamenco en Chile se inició con las danzas españolas. Alhambra Fiori, quien no era española sino hija de padre alemán y madre italiana, fundó la escuela de danza española más antigua –según la investigación– de Santiago, ya que en 1935 estaba funcionando. Fiori, junto a Jesús López, Carmen Ruz y Los Gitanillos, forma la primera generación de maestros. Una segunda generación está formada por Manuel “el Gitano” y Antonio Larrosa (quien creó la rama de danza del Estadio Español en 1960). Rosita Lagos, discípula de Fiori y cabeza de su escuela desde el retiro de la maestra, forma parte de la tercera generación junto a Jeaninne Albornoz y Angélica Cires.
El núcleo de la danza española estuvo en Santiago durante varios años, y sólo desde la década de los 50 se expandió a regiones. Las primeras escuelas de que las autoras del libro encontraron registros se instalaron en Valparaíso y Viña del Mar.
En el diálogo con la danza clásica (varios intérpretes clásicos, como Paco Mairena, participaron con las escuelas de danza española), el ballet flamenco y las danzas de espectáculos, se irá incorporando poco a poco el flamenco tradicional. Los testimonios recopilados dan cuenta de que en los años 50 y 60, sólo los maestros Miguel Jordá Trejo y Virgilo Azahara –ambos españoles– conocían el flamenco, pero pocos tuvieron el privilegio de formarse con ellos.
Catalina Chamorro y Vania Perret indagan en el contexto histórico, que colabora en el gusto de “lo español”. La política del Estado chileno de atraer colonos europeos y la llegada del Winnipeg en 1939 fueron hitos que marcaron las primeras décadas del siglo XX. Tampoco dejan del lado el auge de la zarzuela, y luego del cuplé, desde fines del siglo XIX, que también colaboraría en la circulación de un imaginario venido desde España.
Entre testimonios muy vívidos, narración de anécdotas y una valiosa contextualización, las autoras van desgranando diversos capítulos del camino recorrido en Chile para llegar al baile flamenco con taconeo y cante. Por supuesto, también hay una importante recopilación fotográfica que ayuda a que el lector se sitúe décadas atrás.
Así, revisan la época de oro de la bohemia chilena, los artistas que llegan en gira y marcan a generaciones, hasta llegar a fines de los 80 y la exploración del flamenco tradicional por los maestros de la tercera generación. El estilo es ameno, plagado de anécdotas y vívidas descripciones, que permiten reconstruir la historia.

Grupo «Flamenco Vivo» ensayando. Integrantes: Jeaninne Albornoz, Angélica Cires, Francisco Delgado, Sasún Levy y Jorge Gómez.
–En Chile, ¿es más fuerte el tablao o el flamenco se utiliza mayoritariamente como una herramienta expresiva de complejas puestas en escena?
Catalina y Vania: “En las últimas décadas, el tablao como formato y puesta en escena del flamenco, llegó para quedarse. Éste forma parte principal de la práctica de alumnos y profesionales que hoy se encuentran desarrollando el lenguaje más tradicional del flamenco. Pero cada vez más, las grandes puestas en escena y los grandes montajes de escenario vuelven a ser una vitrina importante en la cartelera nacional para el flamenco. Es más, hoy el flamenco en Chile se abre a nuevos espacios escénicos para su creación y difusión. Propuestas y creaciones locales con sello propio, con temáticas coreográficas, composiciones y argumentos que integran otras disciplinas, sonidos, conceptos y técnicas al lenguaje tradicional y propio del flamenco, llegan a grandes escenarios y a nuevos públicos. En este sentido, ambos escenarios tienen fuerza actualmente. Y, aunque el primero suele ser más de conocimiento de quienes practican este arte, últimamente también se ha ido abriendo paso a nuevos espacios y nuevas audiencias”.

«Memoria del flamenco en Chile» Catalina Chamorro Ríos y Vania Perret Neilson Ril Editores, 2020 Disponible en librerías y en formato digital en www.amabook.cl
Foto portada: El maestro José Luis Sobarzo y Sonia Cordero en una foto promocional de la gira al Casino de Arica.