

“Se trata del radical cambio cultural que este 2020 marca un gran salto para la humanidad”, enfatizó Robert Kennedy Jr., en su histórico discurso de Berlín, el 28 de agosto. “Nunca un punto de inflexión había sido tan breve, lo que sucedió en un par de meses parece poco probable que desaparezca de la noche a la mañana”. Atónitos no terminamos aún de comprender el comportamiento del virus, cuando ya nos vemos obligados a entender –y aceptar– la nueva vida que nos convulsiona transversalmente.
Por_ Heidi Schmidlin M.
Ilustración_ Paula Álvarez
Hasta aquí gobiernos, medios e instituciones mundiales como Naciones Unidas, Organización Mundial de la Salud y Banco Mundial, coinciden en destacar junto a reputados especialistas digitales, sociólogos y filósofos, a lo menos cuatro transformaciones globales que modifican el vivir cotidiano con una profundidad que es imposible anticipar:
1. El Efecto Cuarentena acelera transformaciones a ciertos estilos de vida. Se acerca la familia, se afina la comprensión sobre la fragilidad de la naturaleza, su red sistémica y su concomitancia reactiva a la acción humana. Paralelamente, se desploma el mercado industrial extractivo que concentra la riqueza en forma piramidal.
2. El teletrabajo y la educación a distancia abren nuevas formas y oportunidades en las relaciones humanas, educativas y laborales. Pero introduce desafíos en el comportamiento social y en los escenarios urbanos, entre ellos, la manera y los horarios de desplazamiento. En un pantallazo no hay límites geográficos.
3. Los cambios en el ritmo educacional rompe la estructura de la sala de clases. La costumbre de “niño(a) váyase al colegio” es reemplazada por la participación parental en la formación individual. Ello obliga a ejercitar nuevas habilidades digitales. La adaptación es en sí misma una modificación radical: más del 90% de los niños del planeta actualmente no está en la clase. Una interrupción que, según UNESCO, se proyecta con secuelas profundas en los niveles educativos conocidos hasta hoy.
4. Y así como el lente zoom acerca la imagen, las plataformas de videollamadas acercan la vida interpersonal conectándonos al instante vía satélite cósmico. Aquellos que “no están en línea” quedarán atrapados entre dos brechas: la vertical, generada por el poder económico, el acceso a sistemas tecnológicos y sus habilidades cognitivas; y la horizontal, que separa generacionalmente a nativos tecnológicos de migrantes aprendices. Con todo, estructura y sensibilidad de comunicación/conexión, establecen nuevos límites y avanzan creando sus propias realidades. En la mayoría de los casos, por ejemplo, desaparece la comunicación no verbal, esa conexión más intimista de ojos y gestos que se pierde en los cuadrados planos de una conversación “pantalla”. Es la experiencia cultural y de vida que ocurre en el espacio virtual la que da pie a una diversidad de nuevas narrativas y experimentaciones –algunas buscadas y otras descubiertas–, y ellas, irremediablemente, redibujan el paisaje futuro.
¿Oportunidad o control?
Puede ser una gran oportunidad de conexión entre personas o una gran pérdida de una condición humana a favor de las máquinas y sus estilos. La National Geograpic publicó incluso un informe que da cuenta de un nuevo síndrome, “la Fatiga Zoom”, un cansancio que se aplica a cualquier interfaz de videollamadas, sean de Google Hangouts, Skype, FaceTime o Zoom. “El auge sin precedentes de la comunicación vía pantalla durante la pandemia demuestra lo que siempre ha sido cierto a escala poblacional: las interacciones virtuales pueden ser duras para el cerebro”, informa.
La gran pregunta es entonces: en esta época de hiperconexión, de acceso digital desigual y de imaginarios emergentes, ¿pueden las personas forjar costumbres culturales nuevas y distintivas, o serán ellas mismas programadas y controladas por las tecnologías ordenadoras?
El filósofo surcoreano Byung-Chul Han (1959), experto en estudios culturales, aventura: “Somos programados de nuevo a través de este medio reciente, sin que captemos por entero el cambio radical de paradigma. Cojeamos tras el medio digital, que, por debajo de la decisión consciente, cambia decisivamente nuestra conducta, nuestra percepción, nuestra sensación, nuestro pensamiento, nuestra convivencia. Esta ceguera y la simultánea obnubilación constituyen la crisis actual”.
A juicio de Neil Selwyn, matemático australiano e investigador del impacto virtual, “la utilización de las tecnologías dependen de las características particulares de cada persona, independiente de su condición socioeconómica”. El autor examina los factores que pueden influir en quién domina a quién. Algunos por naturaleza “no están en línea”; otros, definitivamente contagiados de ciberadicción. En cuál de los lados está, dependerá de la capacidad y valoración del pensamiento propio, la preferencia por el uso combinado de medios escrito, oral y digital; su habilidad para percibir las estrategias de poder que desde el trasfondo manejan la opinión individual y la teoría de la difusión (publicidad disfrazada de innovación)”.
El sociólogo Guillermo Sunkel, doctor en Estudios Culturales (Universidad de Birmingham), observa el escenario actual tras décadas de investigación sobre tendencias sociales desde la óptica Cepal: “Cierto que la pandemia nos deja en un punto de transformación tal que nos ha cambiado la forma de pararnos en el mundo; pero no es tan claro si esto va hacia una mayor democratización. Los medios tradicionalmente dan acceso a información y permiten mayor comunicación; pero existe hoy también mucha manipulación de información para fines específicos, como crear una opinión pública favorable a un interés. En este tiempo que no se podía salir sin pedir permiso a la comisaría virtual, existió incluso una forma de monitoreo personalizado por cada Rut. Esta forma de control, similar a «Black Mirror», no se había visto antes. El aparatito celular sí te controla, pero también creo que es posible que esto evolucione con el tiempo”.
–¿Cree que Zoom implantará cambios radicales en la forma de comunicarnos, como el celular lo hizo en los 80 y las redes sociales en los 90? ¿El teletrabajo nos hará ubicuos en el encuentro interpersonal?
“En el tema de la educación, habría sido muy difícil que los estudiantes siguieran con clases si no hubiese habido una plataforma de contacto como Zoom o Skype. Son plataformas que han demostrado ser útiles para exámenes médicos, la educación, el trabajo, la cultura y la entretención. Pero lo presencial sigue siendo insustituible porque el detalle no verbal no cruza la pantalla. La comunicación a distancia no sustituye las relaciones interpersonales, menos las más significativas, aquellas donde van involucrados los afectos”.
–En el aprendizaje en línea, ¿cuánto hay de aprendizaje y cuánto de ‘ponerse en línea’?
“Esa es una consideración importante en educación, porque este medio exige preparar mejor las clases. Como profesor tienes que armar un aula con muchos dispositivos adicionales: grabar tus exposiciones, asegurar que los alumnos estén atentos y evaluarlos de manera diferente. Presencialmente tienes todas las señales no corporales para reconocer si te están siguiendo, pero la pantalla no ve si está acostado o despierto. Son desafíos que aún no podemos vislumbrar en su totalidad y que de a poco vamos a ir entendiendo”.
–¿Qué características tienen que tener las personas para no ser excluidas en esta nueva sociabilidad?
Lo primero es saber que las cosas no se dan automáticamente, uno tiene que buscarlas con el interés de aprovechar las oportunidades que brindan. Por ejemplo, muchos trámites no requieren aglomerarse de madrugada esperando un número, se pueden hacer on-line. Por eso se necesitan más políticas de apoyo que estimulen la alfabetización digital de los adultos mayores y el acceso universal a Internet”.
Todas(os) invitada(o)s a la Hackaton en Línea
Estrechar el acceso equitativo a las tecnologías de la comunicación es precisamente el objetivo de la reciente multitudinaria reunión de la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información (Foro CMSI 2020). Su Plan Mundial propone a las naciones políticas públicas esta meta participativa. Uno de sus puntos instaura los “Hackathon”, un concurso global que premia las mejores ideas para experimentar y abrir oportunidades en un mundo digital. Entre el 18 y 20 de octubre se conformarán, desde una base en Chile, equipos multinacionales y multidisciplinares que buscarán “soluciones innovadoras a los desafíos más apremiantes que enfrentamos en la Tierra y en el Espacio”. La VIII Space Apps Challenge se enfoca en cinco áreas: Océanos, Luna, Planetas, Estrellas y Nuestro Mundo.
El evento virtual en línea es abierto previa inscripción en: https://2019.spaceappschallenge.org/locations/santiago/. La idea es no esperar que el nuevo mundo nos llegue en papel de regalo, sino ir a Mahoma para orientar sus nuevas premisas hacia un espacio que sostenga el futuro individual y global.