GERHARD RICHTER VUELVE A CAUTIVAR PARÍS

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Hasta el 02 de marzo, en la Fundación Louis Vuitton se presenta una magnífica retrospectiva que reúne 275 obras de este célebre pintor alemán, ejecutadas desde 1962 hasta nuestros días. 

Por_ Marilú Ortiz de Rozas 

Gerhard Richter, Apfelbäume, 1987 (650-1)

Dejó de pintar en 2017 este artista que exploró todos los límites de la pintura, y rehuyendo todas las etiquetas posibles, dio vida a una obra singular, única, suya. Gerhard Richter nació en Dresden en 1932 (ver recuadro), escapó en 1961 a Düsseldorf (entonces Alemania Occidental) y se radicó en Colonia en 1983. Colgó a los 85 años los pinceles, espátulas, raspadores y otros objetos con los que pintaba sus telas, pero sigue dibujando a sus 93 años. Mas, su aproximación al dibujo es también muy particular, y hay teóricos que han sostenido que su obra gráfica es un ejemplo perfecto de “no-dibujo”, siendo uno de los que renovó esta disciplina. A la vez, en cada tela –ya sea una naturaleza muerta, un paisaje, un retrato o una escena cotidiana– prima la férrea voluntad de llevarla al terreno del Arte Contemporáneo. Esto, en sobrias monocromías u obras de vibrantes colores, en piezas figurativas como abstractas: Richter no admite fronteras.

Siguiendo con la línea de grandes exposiciones dedicadas a artistas fundamentales de los siglos XX y XXI –como Jean-Michel Basquiat, Mark Rothko o David Hockney, entre otros– la Fundación Louis Vuitton consagra hasta el 02 de marzo todo su espacio expositivo a Gerhard Richter. En el bello museo creado por Frank Gehry hace más de una década en el Bois de Boulogne, se exhibe una selección de 275 obras, de 1962 a 2024, e incluye pinturas al óleo, esculturas en acero y vidrio, dibujos a lápiz y tinta, acuarelas y fotografías pintadas. 

Si bien Richter ya había sido objeto de contundentes retrospectivas en Francia, pues en 2012 celebraron sus 80 años con una doble muestra antológica en el Centro Pompidou y el Museo del Louvre, ésta sobresale por su amplitud, abarcando más de 60 años de creación.

Ecléctico

Comisariada por Dieter Schwarz, un curador independiente suizo; y Nicholas Serota, director de la Tate de 2008 a 2017, la muestra presenta varias obras maestras de Richter y se organiza cronológicamente. Dividida en decenios, va mostrando la evolución de su visión pictórica, desde las primeras obras hechas a partir de fotografías, hasta sus últimas abstracciones. 

Así, los curadores destacan que desde el comienzo elige temas intrincados: por un lado, recurre a imágenes aparentemente banales, sacadas de diarios y revistas (como «Mesa», la obra con que abre su catálogo razonado); pero también a retratos de familia que lo conectan con su propio pasado («Tío Rudi», «Tía Marianne») o con las sombras de la historia reciente de su país.

Posteriormente, con los “48 Retratos” que pinta para la Bienal de Venecia de 1972, comienza un cuestionamiento de la representación y la expresión, para luego explorar la abstracción. Sigue un período que los curadores llaman “Sombría reflexión”, en el que retoma temáticas relativas a la ocurrido en Alemania, como la serie prestada por el MoMA para esta retrospectiva, «October 18, 1977»

En paralelo comienza a trabajar en papel, siendo su obra gráfica más improvisada, libre. A partir de los 90, instalado en su taller de Colonia, los curadores destacan que ya casi no pinta cuadros abstractos en forma aislada, pues aborda ciclos completos que se caracterizan por su estructura y tonalidad propias. Simultáneamente, aborda obras íntimas que provienen de fotografías, entre estas, su primer autorretrato. “Sujetos de aspecto insignificante, que extrae de escenas de la vida cotidiana, constituyen metáforas de la mirada que Richter posa sobre la realidad”, sostienen.

En 2002, le solicitan a Richter la realización de un vitral para la Catedral de Colonia, el que se inaugura 5 años más tarde, lo que impulsa nuevas experimentaciones. Doce años después, el artista, que se ha permitido una larga pausa, decide volver a pintar. Una vez más, aflora el pasado de Alemania, y si por años ha tratado de representar la Shoah; para crear «Birkenau», una serie que alude al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, Richter comenzó transfiriendo 4 fotografías, presumiblemente tomadas por un prisionero de dicho campo. Mas, las intervino con pintura, pinceles y espátulas, configurando al final 4 obras abstractas que acusan la imposibilidad de plasmar ese horror.

Respecto a los últimos años, ha abordado piezas públicas importantes, como una instalación con paneles de vidrio inaugurada en 2016 en la isla japonesa de Toyoshima; dos años después, otra instalación con espejos en una iglesia de Münster; y este año 2025, aportó 2 grandes obras para un edificio del famoso arquitecto británico, Norman Foster, en Nueva York. 

Aunque dio por concluida su obra pictórica, hoy sigue dibujando, y al mirar atrás –que es el ejercicio propuesto por las retrospectivas– tal vez lo sorprenda comprobar el eclecticismo de su propuesta, y la alternancia entre Figuración y Abstracción. 

Dijo él: “Las imágenes abstractas son modelos ficticios, porque hacen visible una realidad que no podemos ver ni describir, pero cuya existencia podemos postular”.

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