Un Clásico Contemporáneo
Nacido en 1946 en Buenos Aires y fallecido en Barcelona este año, el arquitecto y diseñador se radicó en España desde 1977 para crear mobiliario para la Historia. «La Panera» le rinde homenaje.
Por_ Hernán Garfias

Mientras se desarrollaba en 1993 la Primavera del Diseño en Barcelona (cita ineludible sobre diseño, creatividad e innovación y una de las Design Weeks más importantes del mundo), y estando invitado por sus organizadores, Juli Capella y Quim Marín, aproveché de entrevistar a uno de mis admirados profesionales del Diseño hispanoamericano, Jorge Pensi (1946-2025), uno de los latinoamericanos que mayores triunfos ha alcanzado en Europa.
Este autor de piezas tan famosas como la Silla Toledo o su Lámpara Bluebird, tuvo la habilidad de producir muebles e iluminación destinados a ser objetos clásicos. Estudió Arquitectura en su país de origen, pero debido a la desastrosa situación social, económica y política imperante en Argentina, decidió emigrar a España. Recién llegado se instaló en Alicante, con socios españoles y una tienda que duraría tres años en el mercado.
Más tarde, Alberto Lievore, a quien ya conocía en Buenos Aires, lo invitó a trasladarse a Barcelona. Juntos comenzaron a proyectar diversas piezas, las cuales ofrecían a diversas tiendas y empresas. Poco a poco, Pensi empezó a dar que hablar, entre otros, por sus trabajos para Perobell en 1979, el montaje del Salón Internacional del Diseño del Equipamiento para el Hábitat (SIDI), y para la revista «On Diseño» (1984).
En 1987, ya había producido la famosísima Mesa París para la empresa Amat junto con las nuevas series de luminarias para la marca B.Lux.
Un encuentro en el Barrio Gótico
Lo entrevisté en su estudio ubicado en un antiguo edificio aledaño al Palacio Condal y la Plaza de la Catedral, en el corazón del sector más antiguo de Barcelona. Partí preguntando cómo era diseñar bajo las imposiciones de una empresa. “Yo diría que siempre he tenido libertad para crear, porque me encargo de todo el proceso del diseño. Cuando me llega un encargo, siempre me las arreglo para llevarlo hacia lo que me interesa. Ahora, yo tengo también la libertad de rechazar aquellos trabajos que no me motivan. Por ejemplo, no aceptaría diseñar objetos de mármol, aunque me los encargaran, porque no me gusta ese material. Es bastante complejo explicar por qué me siento contento con mi trabajo. Tiene que ver con el sentido de mi vida, es como una religión”.
En 1984, ya independizado de su sociedad con su amigo Lievore, elaboró su obra más famosa, la Silla Toledo (es parte de las colecciones de los museos de Nueva York, Londres, Tokio, París y Berlín). Fue un momento crucial en su vida. Todo comenzó a cambiar y le llegaron encargos por docenas, no sólo de España, sino también de Italia y otros países europeos. “Me gustaría seguir viviendo en Barcelona, y desde aquí seguir diseñando para el mundo. Como para Latinoamérica, Argentina y Chile. Transmite esto por tu revista «Diseño», para que lo sepan. Por ejemplo, conocí a Richard Sapper, el autor de la Lámpara Tizio, nos hicimos amigos y luego me llamaron de una empresa italiana recomendado por él. En Alemania, están editando un libro sobre su obra y me han pedido que escriba uno de los textos. Es muy bonita esta fraternidad entre los diseñadores. Ahora, sí tengo un resentimiento. He sido parte fundadora del diseño español hacia el exterior. Vivo y trabajo en Barcelona hace muchos años y viene, por ejemplo, la Primavera del Disseny, y se me excluye. Además, no tengo ningún derecho a ser nominado al Premio Nacional. Y así seguirá ocurriendo, porque para ellos mi pecado es haber nacido en Buenos Aires”, me comentó.
Pero la Historia va tejiendo otros caminos
Y Jorge Pensi ya es parte inamovible de la memoria contemporánea de la estética mundial. En 1997, finalmente recibió el Premio Nacional de Diseño de manos del rey de España. Su legado –marcado por la búsqueda de la ligereza, la pureza formal y la emoción contenida– seguirá siendo fuente de inspiración para las futuras generaciones. Un maestro de los más influyentes.
Su Silla Toledo es sin duda su obra maestra, fabricada con aluminio fundido, está caracterizada por sus formas orgánicas, como si fuera la columna vertebral de un ser humano. La misma que se apoya al sentarse en ella. Pero también son notables sus sillones Sunday, Liberty, las lámparas Laila, Lorea y Regina; y el frutero de la línea de objetos Soko. “Diseñar es trabajar con la materia, modelarla, darle forma, transformarla en idea. Mantengo una relación de experimentación permanente con los materiales. Condicionan y, a su vez, liberan la forma. No me molesta afirmar que he esculpido objetos”.


