¿POR QUÉ EL SOMBRERO NUNCA PASA DE MODA?  

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Su historia se remonta a más de 5.000 años. Bajo el ala del sombrero, es imposible olvidar a Carlos Gardel cantando «Por una cabeza», con su borsalino ladeado sobre un ojo. El mismo sombrero, masculino y seductor, fue un elemento esencial para Humphrey Bogart en la mítica cinta «Casablanca». Y si se trata de extravagancia, la nota alta la puso Audrey Hepburn luciendo ese enorme sombrero blanco con detalles negros y flores en «Mi bella dama».

Por_Marietta Santi 

Si los miembros de la Resistencia francesa usaban boina negra como símbolo de provocación y lucha contra los nazis, también se popularizó el uso del tricornio, un sombrero de tres picos reservado antes a soldados y marineros.

Símbolo de estatus y de identidad cultural, ha sido un accesorio importante en la imagen de artistas, personajes y figuras públicas. Cómo olvidar el bombín de Charlot (alter ego de Chaplin) o el deerstalker de Sherlock Holmes. 

Anthony Quinn aumentó su sex appeal con el sombrero cordobés, cuando bailó con Rita Hayworth en la película «Sangre y Arena». Más contemporáneo, Harrison Ford no podría haber creado a Indiana Jones sin su abollado sombrero, y Michael Jackson le puso un toque cool a su danza con el fedora negro sobre la nariz.

ALTOS TOCADOS

Es una pieza creada hace tantos siglos, que no hay absoluta certeza de su origen. En las pinturas rupestres ubicadas en Aragón (España), Alta (Noruega) y en la desembocadura del río Loa (Chile), pueden observarse seres humanos con la cabeza cubierta con altos tocados.

Con el surgimiento de las primeras religiones, el tocado adquirió un significado espiritual y una doble función: protegía la cabeza y atraía la atención de lo divino. Tutankamón es un excelente ejemplo, su momia porta un gorro de tela rematado con las insignias reales de la cobra y el buitre, que simbolizan su naturaleza divina. En la Antigua Grecia, el píleo se confeccionaba en fieltro e indicaba pertenencia a las clases sociales bajas. Era un sombrero cónico, pero también existía una versión baja y ancha, llamada pétaso, antecesor del sombrero de ala ancha usado por viajeros y campesinos para protegerse del sol y la lluvia. En la Antigua Roma, el píleo se consideraba símbolo de libertad, ya que se colocaba sobre la cabeza de los esclavos cuando quedaban libres. Ya en la Edad Media, el sombrero servía para identificar a las clases sociales. Los ricos y la nobleza usaban formas refinadas y telas preciosas, como el terciopelo, para cubrir sus cabezas. 

En el siglo XIII surgieron las primeras sombrererías, y los sombrereros venecianos y franceses alcanzaron gran renombre. A mediados del siglo XV, las mujeres nórdicas de clase alta lucían el hennin, un cono alargado con un velo que caía por la espalda, similar al de los cuentos de hadas. Su altura podía superar el metro. En la misma época, la moda del tocado se extendió gracias a los reyes franceses Luis XI y Carlos VIII. Pero el verdadero auge se produjo en el siglo XVI, cuando comenzaron a fabricarse sombreros de diversos tipos y materiales, adornados con plumas, velos o piedras preciosas. 

 

CINTAS Y PLUMAS

El Renacimiento elevó definitivamente el estatus del sombrero a objeto de diseño. En los siglos XV y XVI se convirtió en imagen de poder y belleza. Luis XIV, el Rey Sol, lució un diamante de 35 quilates engastado en su tocado. 

Durante la Revolución Francesa, los soldados adoptaron el bicornio, que Napoleón Bonaparte llevaba de lado para distinguirse fácilmente en el campo de batalla. Los revolucionarios usaban el gorro frigio (un gorro cónico con la punta redondeada), que se convirtió en símbolo de libertad y que también luce Marianne, ícono femenino representando la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad, valores surgidos de la Revolución Francesa.

La época dorada de esta prenda de vestir fue el siglo XIX, un período que vio la aparición de modelos sobrios como los gorros para mujeres atados bajo la barbilla con cintas sencillas; y el llamado Gainsborough Hat, usado por las damas de la alta sociedad inglesa que fueron retratadas por el pintor Thomas Gainsborough y cuya ala ancha enmarcaba el rostro. Estos incorporaban detalles como plumas y cintas, y se dice que algunos modelos incluían aves disecadas.

Este siglo también representó el apogeo del famoso sombrero de copa, sello del Presidente Abraham Lincoln. A él le encantaba realzar su gran altura con uno, que también usaba para protegerse del clima e incluso se comenta que guardaba documentos importantes dentro.

Como el sombrero de copa ocupaba mucho espacio, en 1823 nació el gibus (o sombrero de ópera), llamado así por su inventor, el francés Antoine Gibus. Este contenía unos finísimos muelles de acero que permitían comprimirlo, de modo que el usuario pudiera llevarlo bajo el brazo o guardarlo en espacios reducidos. El sombrero recuperaba así fácilmente su forma original gracias a la tensión del ala. El gibus también recibió el apodo de chapeau claque (sombrero de clic) debido al ruido que producía al plegarse.

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