


«Brotar», parte de
lo que Sebastián Calfuqueo presentará en la muestra «Esporas».
Foto: Diego Argote
Por_ Ignacio Szmulewicz R.
El arte del presente
Cada época tiene un artista que la encarna a la perfección. Para la actual, ese artista es Sebastián Calfuqueo. Desde que apareciera con sus primeras obras, el público se ha visto cautivado por su inteli- gencia, agudeza y visualidad. “El arte imita a la vida”, dice una antigua teoría estética. ¿Qué pasaría si fuera al revés? Nacido en Santiago de Chile en 1991, desde el 2014 este creador ha inundado la escena con propuestas sinceras y sensibles sobre temáticas fundamentales para el Chile reciente: pueblos originarios, disidencias sexuales, memoria y naturaleza. En los últimos dos años su carrera ha dado un salto oceánico. Su participación en certámenes como la 12a Bienal de Mercosur, curada por Andrea Giunta, o la 22a Bienal Paiz de Guatemala, curada por Alexia Tala y Gabriel Rodríguez, le han permitido entrar en el concierto internacional. Por estos días forma parte de la 34a Bienal de São Paulo curada por Jacopo Crivelli con el asertivo título «Faz escuro mas eu canto».

«Mongen (vida)», parte de
lo que Sebastián Calfuqueo presentará en la muestra «Esporas».
Foto: Diego Argote
Calfuqueo pertenece a una nueva generación. A diferencia de sus predecesores, no cuenta con las pesadas ataduras de la academia local. Navega por bienales, museos y colecciones de gran escala como a su vez se sitúa en espacios independientes y autogestionados. ¿Cuál es su centro de operaciones? Mientras otros han elegido Nueva York, como Alfredo Jaar, Cecilia Vicuña o Iván Navarro, Sebastián Calfuqueo ha construido una obra desde el margen sin caer en provincianismos. Su trayectoria expande la estela de Bernardo Oyarzún y Francisco Huichaqueo, aunque se desata de las ataduras de un arte racional activando una hebra jovial y lúdica tan propia del presente.

«Kowkülen (Ser líquido)» de 2020
Ecos líquidos
En la Galería Patricia Ready, Sebastián Calfuqueo inaugura dos muestras este 13 de octubre: «Espejo de agua» y «Esporas». Las exposiciones reúnen sus más recientes piezas con temáticas como la disolución de lo humano en la naturaleza, la importancia del reino fungi y el problema del agua en un contexto de privatización. Fotografías, objetos, videos e instalaciones con elementos como la cerámica, el sonido y la palabra.
En la sala principal, «Espejo de agua» es una atrevida y envolvente instalación sonora compuesta por diversas piezas. De manera contundente, Calfuqueo se centra en las complejidades del tema del agua en un momento de intensidad máxima. Existe acuerdo transversal de la necesidad de reforma sobre la relación que como sociedad se establece con el agua, pasando de ser considerado un “recurso” a un “patrimonio”. Pero en el espacio del arte se abren preguntas. La instalación conjuga frases del Código de Agua caladas en depósitos cerámicos, junto con bolones de río y una atmósfera sonora que sumerge al espectador en el reino de lo líquido. Lo pesado se siente liviano; el pasado eclosiona con el presente; y la majestuosidad de lo sublime convive con lo parco de lo jurídico.

La performance «You will never be a weye» de 2015.
En la sala superior, «Esporas» congrega cinco fotografías de gran escala, un video y una serie de cerámicas de pequeño formato. Las instantáneas son majestuosas y teatrales. Cuerpos desnudos que parecen ruinas de antaño donde lo orgánico crece sin control ni límite. El ser humano desaparece en su forma convencional dando paso a seres mixtos. Nuevas especies que yacen en un acuerdo diferente con la naturaleza de la que no eran parte. Estas obras se suman a una reflexión que se está haciendo sobre el reino de lo fungi, lugar predilecto para proyectar otras maneras de la existencia en una tierra donde la humanidad está sólo de paso.
Tríptico
Sebastián Calfuqueo se ha destacado como un artista del cuerpo, el video y la palabra. Tres piezas sirven para conocer su repertorio visual y temático. «You will never be a weye» de 2015 consistió en una performance donde el artista semi desnudo portaba las prendas de los Machi Weyes en un ceremonioso acto sobre un dramático fondo negro. Con voz serena, el performer desnudaba su biografía marcada por la discriminación hacia la homosexualidad y los pueblos originarios mientras se anudaba las vestimentas ancestrales mapuches.
«Alka domo» de 2017 es el registro de diversas intervenciones en lugares de la capital donde Calfuqueo cargaba con un pesado tronco de Coihue ahuecado mientras sufría las penurias físicas por calzar unos tacos de punta. El video se centraba tanto en la acción como en la afección de las personas al ver al artista en esa pose desatando reacciones misóginas y racistas. Finalmente, «Kowkülen (Ser líquido)» de 2020 lo presenta menos subjetivo y más corpóreo, “posa y reposa” como señala Mariairis Flores, en ambientes acuosos de un paisaje sureño. En esos cauces de agua su propuesta buscaba fusionar lo humano con lo natural. En este tríptico, la imagen audiovisual juega un rol preponderante. Es un medio que captura y encierra, pero que también activa y difumina su imaginario en una corriente más global golpeando la puerta del consumidor de las redes digitales. Y con ello la palabra viaja, la biografía, la reflexión y la lengua originaria se inmiscuyen donde antes no eran bienvenidas. Como dice el rapero mapuche Jaime Cuyanao/Waikil: «la escritura como medio de defensa».
Las exposiciones que el artista mapuche muestra en esta ocasión reúnen sus más recientes piezas con temáticas como la disolución de lo humano en la naturaleza, la importancia del reino fungi y el problema del agua en un contexto de privatización. Fotografías, objetos, videos e instalaciones con elementos como la cerámica, el sonido y la palabra.

En las obras de Sebastián Calfuqueo subyace un estrato de humor e ironía en base a objetos de la cultura cotidiana, donde los límites entre la realidad y la ficción se vuelven vaporosos. Las cerámicas de «Gato por liebre» (2016). Foto: Diego Argote.
El futuro
El arte impone un cambio en la mirada. Cuando ocurre, es irreversible. El ojo no vuelve a ver las imágenes de la misma manera, alterando por siempre sus códigos. Ese descalce, algunos dirían desatino, forma parte de las propiedades más sustantivas del arte contemporáneo y un legado de Sebastián Calfuqueo para el futuro. Aunque es innegable que el tono general de su obra es serio y solemne, hay espacio para la liviandad sin ser cándido. Al recorrer sus exposiciones destaca su público más fiel compuesto por jóvenes.
En sus piezas subyace un estrato de humor e ironía en base a objetos de la cultura cotidiana, juegos, trampas al ojo, dobleces y subterfugios, donde los límites entre la realidad y la ficción se vuelven vaporosos. Las cerámicas «Gato por liebre» de 2016, la video-performance «Millaray Calfuqueo Aliste: nombre para un posible nacimiento» de 2017 o «Buscando a Marcela Calfuqueo» de 2018 se distancian de un arte que renegaba de las estrategias del espectáculo y el entretenimiento.
¿Qué ha pasado entonces? Dos décadas después de la generación “no estoy ni ahí”, el mundo ha dado paso a un grupo diverso, multifacético y estrafalario, con gustos que van desde el trap centroamericano, la literatura queer, el animé japonés, y que no teme enfrentarse directamente con las fuerzas del orden cuando de desigualdades se trata, vengan de donde vengan. Ese grupo se siente interpretado por la obra de Sebastián Calfuqueo. Usted, ¿qué espera?

Las cerámicas «Mercado de aguas» forman parte de la muestra «Espejo de agua» que Sebastián Calfuqueo presentará en la Sala Principal de la Galería Patricia Ready, a partir del 13 de octubre.
Foto: Diego Argote.