

Por_ César Gabler
Dinora Doudtchitzky (1914-2004) es una figura importante en el club de los grabadores, disciplina y cofradía a la vez, con reglas, espacios y hasta templo votivo: el Taller 99. Para los amantes de la imagen impresa, Dinora es sinónimo de grabado moderno y de una obra estrella: las ciudades, conjunto de imágenes, de apariencia abstracta; planimetrías de un mundo lejano en el tiempo o en el espacio. Cruce de Mondrian con Torres García, esas estampas se revelan, mucho más personales que la pura evocación de unos referentes conocidos. La retícula aparece habitada y la modernidad que evocan se tiñe con una coloración fantasmagórica, por más que a veces aparezcan tintes ingenuos o folclóricos. Doudtchitzky, ucraniana radicada en nuestro país en su juventud, puso en esa grilla un mundo de pequeñas minucias familiares.
Es como si el recuerdo, las memorias personales, las evocaciones íntimas, se hubiesen ido a reposar en el severo espacio del Modernismo internacional. «Mosaico de Recuerdos», una pieza de 1960, confirma esa lectura a su trayectoria. Y aquí su obra comparte mas de alguna coordenada con la producción de artistas como Nemesio Antúnez o Pedro Millar, grabadores que ligaron –cada uno a su modo– lo personal y vernacular a un lenguaje moderno.
Esta exposición del Museo Andino, lejos de ser una retrospectiva, como la que ya se hizo el 2012 en el MAC, se lee como un viaje hacia el ámbito más íntimo de la artista. «Nuevas miradas a su imaginario», subtítulo de la exposición, confirman esa lectura. Están sus materiales de grabadora, expuestos cuidadosamente en vitrinas y la documentación que rodea su llegada a nuestro país. Una historia de inmigración. Pero también sus dibujos y acuarelas, piezas menos conocidas sin duda, y una selección de algunos de sus grabados.
El mundo que la artista parece abstraer en su obra más conocida aparece aquí de la mano del dibujo y de la pintura. Son registros de alcance y estilo variado. Su figuración recuerda a veces el estilo del Muralismo más académico e incluso a Picasso. En otras ocasiones, particularmente en el paisaje, sus obras siguen ese patrón algo ambiguo en lo formal, y que bebe de fuentes diversas, pero claramente vinculadas con la Modernidad. El Expresionismo, el Fauve en su lado más amable. Pero un factor común del conjunto es cierta temperada tristeza, una melancolía apagada y similar, en su tono, al de otro expatriado en suelo local: Oskar Trepte.
«La otra luz de
Dinora Doudtchitzky»
Museo Andino (Camino
Padre Hurtado 0695,
Alto Jahuel, Buin).
Hasta el 1º de septiembre.