

Cuando el arquitecto franco chileno Émile Jéquier proyectó el “Palacio” Nacional de Bellas Artes por encargo de un gobierno convencido que las artes y las ciencias aportaban al desarrollo del país, tal vez no imaginó que su “pequeño palacio o petit palais” sería uno de los pocos puntales urbanísticos que escaparía del apetito voraz de inmobiliarias y economías nacionales que en el tiempo demolieron la mayoría de sus hitos culturales.
Por_ Heidi Schmidlin M.

Fernando Pérez Oyarzun señala
su deseo de desarrollar un Taller Internacional para niños de Chile
y México.Una iniciativa inédita en conjunto con el Museo Nacional de San Carlos de ese país.
¿Cómo se prevé hoy su desarrollo en regla con el arquitecto Fernando Pérez Oyarzun?
Pasado más de un siglo de existencia, el Museo Nacional de Bellas Artes renueva su dirección al mando del constructor multifacético, autodeclarado ambicioso, con un pensamiento estructurado por su amor a la guitarra clásica. Nombrado en 2019, Fernando Pérez Oyarzun (1950), colchagüino, ex decano de Arquitectura de la Universidad Católica, se instala en la dirección del “pequeño palacio de artes” con el slogan “Museo abierto a la comunidad, al diálogo, a la diversidad”. Será la brújula que lo orientará por el espinoso periodo que llega con estallido social, la pandemia más crítica de la historia nacional y una lluvia de ácidas críticas por las gestiones que, según muchos públicos y artistas (Estudio de Público 2019-2020), fueron transformando al Museo en un mausoleo de 12 mil piezas de arte fechadas desde el siglo III a.C. hasta la actualidad. Enterrados en el subterráneo del olvido subsisten valiosas colecciones de arte colonial y universal; kakemonos y grabados japoneses y hasta un conjunto de raras esculturas africanas. Sumado a estos desafíos, Pérez Oyarzun deberá sincronizar los planes del Museo de Bellas Artes, con las propuestas culturales de Irací Hassler, la nueva alcaldesa de Santiago, con quien comparte el territorio comunal.
–¿Cómo abordará estos nuevos desafíos del MNBA, de cara a las propuestas planteadas por la Alcaldesa? ¿Cómo “promoverá la cultura barrial, inclusiva a comunidades indígenas y migrantes; y desarrollará el oficio artesanal y el Patrimonio Vivo de oficios, fiestas tradicionales, personajes y otras que establecen identidades y oportunidades laborales?
“Coincidimos totalmente en esos objetivos. Forman parte de nuestra misión como museo. Dentro de ese plan de desarrollo cultural hay, evidentemente, algunas áreas que son más propias del MNBA y donde su colaboración puede tener más sentido y eficacia. Es necesario destacar iniciativas como la convocatoria fotográfica «Retratos de la Memoria», que desde hace 14 años invita a enviar fotografías de los álbumes familiares captadas entre 1890 y 1990, con temas distintos cada año, como oficios y celebraciones populares, para luego exhibirlas en el Museo el Día del Patrimonio. Así, la comunidad se apropia del espacio museal con una clara vinculación afectiva. También destaca el lema de nuestro aniversario 140: ‘Museo abierto a la comunidad, al diálogo, a la diversidad’, que ejemplifica nuestra apertura a la comunidad”.
–¿Le implican, inspiran y comprometen los nuevos objetivos comunales que buscan crear instancias de coordinación entre el Consejo de Monumentos Nacionales, Municipio, Asociación Chilena de Barrios y Zonas Patrimoniales, para instaurar celebraciones y ritos tradicionales, como la fiesta del Roto Chileno, el carnaval San Antonio de Padua, la fiesta de la primavera del barrio San Eugenio, We Tripantu, procesión del Cristo de Mayo, entre otras fiestas comunitarias? ¿Ve ocurriendo en el MNBA algunas de estas actividades?
“Somos un museo de arte, algunos de esos objetivos escapan a nuestra misión, pero quisiéramos estar fuertemente imbricados en la vida urbana. Una buena oportunidad es la alianza Barrio Arte, encabezada desde 2017 por nosotros, el MAC, el MAVI y el GAM, con la participación de otros actores culturales del área, con el fin de afianzar los lazos con los vecinos residentes y organizaciones barriales con el patrocinio de la Municipalidad de Santiago, además de aunar programación cultural de manera colaborativa. Nos encontramos desarrollando una mesa de trabajo con los espacios culturales y locatarios participantes de la alianza, con miras a la coordinación de una campaña de reactivación, para el dinamismo del barrio y la recuperación progresiva de los públicos en los espacios culturales.
Ese es un muy buen instrumento para que, con el ethos propio de cada una de estas instituciones, el arte y la cultura puedan salir a la calle, y trabajando en red prestemos un servicio más integral a la comunidad. En cuanto a la idea de Barrio Patrimonial, el nuestro lo es y quisiéramos reforzar esa condición con la presencia y las actividades del Museo. Aspiramos a que el MNBA sea un polo urbano, un refugio abierto como una plaza interior en la ciudad. Estamos trabajando para poder concretar mejor esta idea. El Museo tiene potencialidad para que, a través de sus recursos y sus colecciones, pueda sumarse e integrarse a celebraciones y actividades urbanas más amplias”.
–Como arquitecto y músico, ¿cuánto está dispuesto a abrir la naturaleza de las exposiciones que habitualmente se realizan en el MNBA?
“Por cierto, en lo personal, quisiera abrir la paleta de exposiciones. El Museo posee el anfiteatro Bellas Artes, donde ha estado permanentemente la presencia de las artes dramáticas. Queremos adecuar y modernizar ese espacio vinculándolo aún más al Museo. Tenemos una bienal de Artes Mediales que se celebra cada dos años y es muy potente. A fin de año nuevamente se llevará a cabo en el Museo bajo el ‘Concepto Umbral’. El área de mediación desarrolla actividades para niñas y niños con gran empeño e imaginación. Aquí destaca nuestro convenio con la Defensoría de la Niñez, entidad que nos brindará apoyo en el desarrollo de actividades con enfoque de derechos de la infancia. También desarrollaremos un taller internacional para niños de Chile y México. Una iniciativa inédita, en conjunto con el Museo Nacional de San Carlos de ese país. Frecuentemente se han realiza- do conciertos en asociación con universidades, pero nos encantaría convertirlos en una temporada MNBA, que diera espacio a jóvenes intérpretes. Damos también oportunidades de performances que se difunden por diversos medios”.
Sobre todo y como declaración de base, Pérez Oyarzun afirma que “las actividades del Museo deben ser decididas, en definitiva, por su interés y calidad, por su relevancia o impacto, lo que obviamente se examina y discute entre los equipos de gestión por áreas. La sensibilidad del director en esto puede influir pero no es, ni debe ser, lo más determinante en una institución pública como es el MNBA”.
Con esta declaración, el director del primer Museo de Bellas Artes de Latinoamérica deja abierta la opción para que la propia ciudadanía participe con su mirada respecto de los destinos y las actividades museísticas.