


Adolfo Bimer. «241», barnices y pigmento de óleo sobre PVC, pinzas e hilo metálico. 92 x 63 cm, 2014.
Un Sello
Sagrada Mercancía tiene su propio logo: la vieja moneda de diez pesos, recreada en un dibujo de alto contraste. Las dos palabras del grupo aparecen escritas con tipografía romana arriba y abajo de la imagen: una mujer alada (¿la República?) libera sus manos encadenadas. En la moneda, acuñada en los ochenta, simbolizaba “la derrota al marxismo”, pero hoy su angélica presencia, cabeza abajo, es otra cosa: el emblema de cuatro artistas críticos. A través del nombre y del logo parecen hacer una declaración de principios. La historia del Chile reciente como una mezcla pomposa de violencia y mercado. También, de su propia liberación: la del sistema artístico y sus leyes.
La Calle Me Hizo Así
Tienen calle los Sagrada Mercancía. Su centro de operaciones, un viejo garaje y luego almacén ubicado en plena Sazié, parece un espacio abierto al vecindario. Allí desarrollan e inauguran sus exposiciones, en medio de bares, restoranes de gastronomía pop y universidades de distinto pelaje y arancel. Son parte del barrio y, pese a su propuesta radical, no aparecen como los vecinos snobs que se dedican al arte. Al contrario, se confunden con los demás.
César Arancibia es el teórico de la agrupación. Contra todo pronóstico (sus textos son sesudos), parece más líder de una banda hip hop que vocero de un equipo vanguardista. Comunica con la misma pasión entusiasmo e ideas, y no tiene problemas en recurrir a un nutrido arsenal estético e histórico para explicar y defender obras –que a ojos del neófito– pueden parecer es combros o piezas de construcción o maquinaria.
En sus cortos años de actividad, los Sagrada, como se llaman a veces a sí mismos, han realizado varias muestras individuales y un par de colectivas, entre la que se incluye la más reciente: una reunión del grupo junto a un grupo de invitados afines, adelanto de lo que será «Leer un rayo», su debut en la Galería Patricia Ready. Aquella muestra en el local de Sazié, cerrada hace ya unas semanas, sirvió de apronte y de resumen a su actual proyecto. Para los novatos en Sagrada Mercancía, la exhibición podía leerse como introducción y manifiesto. Si tuviera que ponerles etiqueta me animaría con una compuesta: vanguardia urbana materialista. Y crítica. Algo que grafica su interés por lo que pasa en la ciudad como síntoma y estética: la mutación de Santiago, con alturas que se transforman en ghetos, los desechos casi infinitos que encontramos en la calle y todo lo que dicen sobre nuestra economía y hábitos de consumo. Desde luego me quedo corto.

Alejandro Leonhardt. «Lo que limita ornamenta nº1», rejas de acero esmaltado extraído de la comuna de Providencia, 265 x 460 x 5,5 cm, 2017
Los Materiales Hablan
El arte clásico fijó un repertorio de materias nobles, luego artísticos por definición. El arte moderno hizo mucho por borrar esa norma. Desde las guitarras de Picasso a los readymades de Marcel Duchamp, los materiales corrientes pasaron al repertorio de las artes y se convirtieron en parte del arsenal vanguardista. Con las neo-vanguardias, el repertorio se extendió aún más. La obra de Gordon Matta-Clark es sintomática: un edifico o una casa podía convertirse en obra a través de cortes y desmantelamientos.
En los 90, y ya en el espacio local, muchos artistas se fascinaron con el Homecenter y sus productos en exhibición. A la hora de trabajar con esos objetos primó una cierta estética del display, no importaba lo que podía hacerse con ellos “en la vida real”, sino cómo se exhibían. Un saco de cemento o un serrucho eran piezas a exhibir, como objetos de interés visual. Los artistas trazaron paralelos con la abstracción geométrica, y en las obras de Patrick Hamilton o Arturo Duclos, ese universo de productos industriales o seriados fue empleado con un marcado y paródico carácter ornamental. Palas o sacos de cemento se podían ordenar en el muro o en el piso para crear una composición. Los Sagrada Mercancía, en cambio, exploran las posibilidades constructivas de esos recursos, investigan nuevos procedimientos o se valen de los tradicionales con fines paródicos. Más obreros o constructores que decoradores. Su modelo es el taller o la “contru” y no la decoración del retail. En la multitienda los objetos aparecen como mercancías, importa su apariencia y su uso es potencial. Pura seducción. Para cualquiera de los integrantes de Sagrada Mercancía –incluidos sus invitados– los materiales cargan una historia o permiten un uso que extiende el vocabulario plástico del artista. También ambas.
Un ejemplo: Víctor Flores, en la colectiva citada anteriormente, expuso un conjunto de paletas de color con los nombres de fantasía de cada tinte escritos a mano. La técnica era esmalte al agua sobre madera. El artista, quien trabaja en el Centro Cultural La Moneda, simplemente dispuso las muestras de color realizadas, para la exposición de Andy Warhol, por un maestro pintor. La obra podía funcionar como una propuesta de pintura abstracta, los colores estaban pintados en bandas regulares, pero era a la vez una operación crítica, arqueológica y hasta detectivesca sobre el sistema del arte. Para eso se valió de un material pre-existente y lo instaló en el muro del local, empleando con libertad una estrategia apropiacionista.
Andamiaje
Invitados por Patricia Ready a exponer en su Galería, el colectivo llegó pronto a una conclusión. No podía limitarse a montar obras en el lugar, colgar en el muro o disponer piezas sobre el piso. Una muestra más. La propia condición del montaje debía ser puesta en cuestión y convertirse en una propuesta. Pronto llegaron a la idea del andamiaje. Las obras no tocarían el recinto. Desarrollar toda la exhibición en andamios –con todo lo que eso representa en términos prácticos y simbólicos– se convertiría en guía. Desde ya, la transitoriedad y la construcción, en cierta medida ponen en evidencia que la obra de arte –al menos la que ellos plantean– está en proceso. Las obras deberán adaptarse a la exigencia que la propia estructura les impone y el público, someterse a una experiencia inusual. Andamios, recorridos, muy consecuente con la política de los artistas.