

Licenciado en Artes Visuales de la Universidad Finis Terrae, consolidó sus estudios en la Hochschule für Bildende Künste Hamburg bajo la tutoría del pintor y profesor Werner Büttner. Desde su regreso a Chile, en 2015, su obra no ha hecho más que madurar, prueba de ello es la muestra que expone hasta el 7 de octubre en la Galería Patricia Ready.

«Nostalgia», 2021 Distemper sobre tela, 230 x 152 cm.
Poblados de seres extraños, una figuración excéntrica quizás, los cuadros de Vicente Matte (1987) nos enfrentan a unas narraciones que tienen tanto de búsqueda como de misterio. Ejecutadas con técnica singular, en sus pinturas se reconocen referentes muy variados, desde los pintores de íconos rusos hasta oscuros pintores centroeuropeos, y un escaso interés por figuras reverenciadas, como Basquiat. Lo suyo sería una forma de primitivismo contemporáneo, de inocencia sólo aparente. Aquel afán de distanciamiento con los gustos de su generación corre parejo con sus lecturas ensayísticas y literarias. Pese a su juventud, el autor de estas obras tiene un camino definido: Licenciado en Artes Visuales de la Universidad Finis Terrae, en 2014 viajó a Hamburgo a estudiar en la Hochschule für Bildende Künste Hamburg bajo la tutoría del pintor y profesor Werner Büttner. Un año cuya intensidad valió quizás una década. Desde entonces sus trabajos se han exhibido en Chile, Argentina, Reino Unido y Dinamarca. En 2019 fue seleccionado para exponer en la muestra anual Contemporary Visions en Beers London Gallery. Desde su regreso a Chile, en 2015, su obra no ha hecho más que madurar, prueba de ello es la muestra «Toda estrella es una ruina» que expone hasta el 7 de octubre en la Galería Patricia Ready.
–¿Qué veremos en esta exposición?
«Pinturas realizadas entre el 2019 y el 2021. Hay obras grandes, medianas y más pequeñas. Todas están hechas con distemper sobre tela. El distemper es una pintura similar a la témpera (más líquida, más cercana a la acuarela) que se pinta en caliente, es decir, la preparo con pigmentos en un horno en mi taller. El resultado es una pintura opaca, transparente y luminosa. Es una técnica antigua, anterior al óleo, que cayó en desuso. Sin embargo, algunos pintores la están empleando actualmente”.

«Behind a tree»
2021
Distemper sobre tela 230 x 152 cm.
–No es óleo ni acrílico, parece un proceso de los pintores llamados “primitivos”, aquellos cuya obra es previa al Renacimiento pleno y al descubrimiento y popularización del óleo.
“Sí, es cierto que la técnica te lleva un poco a un cierto primitivismo por ese resultado de colores planos. Sin ir más lejos, un momento que me impulsó definitivamente a buscar una pintura opaca, de la naturaleza de la témpera, fue cuando en la Galería Tretiakov de Moscú me fui directo a la colección de iconos, que debe ser la más importante del mundo. Eran sólo un par de salas, nada tan apoteósico, pero quedé totalmente absorto ante la intensidad de esas pinturas. Pasé tres horas sin salir de ahí. ¡No visité nada más! No pude ver las obras de Vasili Kandinsky que había en el museo, ni pude ver a Kazimir Malévich, que para mí era muy importante, sobre todo su periodo figurativo. Aunque mientras miraba los retablos de Andrei Rublev tuve la firme sensación de que todo el Constructivismo estaba encerrado allí”.
–Parece la fascinación de cualquier expresionista de comienzos del siglo XX por una pintura anterior al Renacimiento, una pintura espi- ritual, si cabe llamarla así. Pienso en Kandinsky…
“Sí, el Expresionismo alemán fue muy importante para mí durante la escuela y luego en los años posteriores. Sobre todo algunos pintores del norte, como Emil Nolde, y especialmente Paula Modersohn Becker».
–Y ahí, me imagino, que vas más allá de un asunto formal… ¿Una búsqueda espiritual en la pintura quizás?
“Sí claro, mucho más que lo formal. O las dos cosas a la vez. Siempre he tenido una necesidad muy grande de que la pintura tenga una carga, una presencia espiritual. Me cuesta hacer una pintura que sea simplemente formal. Necesito que aparezca en ella una vulnerabilidad; de hecho, la mayor posible. Y me interesa que el cuadro se conecte, de alguna manera, con la historia del arte. Necesito que la pintura que estoy haciendo hable sobre un sentimiento concreto… No sé si me explico”.
–Sí, me imagino que el título de la muestra, «Toda estrella es una ruina», se conecta con esa idea de vulnerabilidad de la que hablas…
“El título surgió a partir de una cita del libro «Trazos de luz, tesis sobre la fotografía de la historia», de Eduardo Cadava: “Una estrella es siempre una suerte de ruina”. Elegí ese título porque estaba buscando alguna idea que hiciera referencia a una cierta mirada del presente que siempre busca el pasado en él. Percibí que esta exposición –mirándola en retrospectiva– de algún modo trataba temas actuales recurriendo a ideas o imágenes del pasado. De modo que la metáfora de las estrellas me pareció sugerente. Además de que el sol suele tener un protagonismo muy notorio en varias de estas pinturas… Y el sol es una estrella”.
–Algo de lo que dices me resuena en «Nostalgia». Cuéntame algo de esa obra.
“Esa pintura surgió luego de varias obras pequeñas que hice sobre esta imagen. Y claro, es una persona mirando el sol a traves de su celular (quizás sacándole una foto). Al comienzo no tuve tan claro por qué me gustaba la idea, pero ahora veo en ella algunas cosas interesantes. Por un lado, es una escena totalmente absurda, no tiene mucho sentido sacarle una foto al sol así. Pero, por otro lado, hay una atención al sol, un interés por el sol, como si fuera un evento único, repentino… La gente a veces anda con su celular registrando escenas insólitas, o bien acontecimien- tos extraordinarios, sin embargo, aquí pareciera ser todo lo contrario: se está registrando un evento tan cotidiano como lo es el sol”.
–Hombres que miran al sol por sus celulares, otros que fijan su atención en las estrellas… miradas, búsquedas.
“Sí… aparece mucho eso. Es algo que no preveía, quizás tenga que ver con una relación con la duda, con la sospecha, con la búsqueda permanente, la inconformidad por una ver- dad y en cambio la preferencia por el misterio. El hombre de la linterna, por ejemplo… Esa pintura se me ocurrió a partir del relato del «loco» en «La Gaya Ciencia», de Frie- drich Nietzsche. Allí aparece ese hombre loco, chiflado, con una lámpara a plena luz del día, gritando ‘¡Dios ha muerto!’. Esa imagen, la de un hombre con una lámpara a pleno sol, buscando a Dios, es una imagen poderosísima. Con una lámpara que ya no ilumina, porque la luz del día se la come; como podría ser hoy, donde la luz de la técnica ilumina todo a tal grado que ninguna luz del espíritu pareciera ser suficientemente fuerte para contrarrestarla”.