La Fundación que lleva su nombre vive hoy su consolidación y el florecimiento de diversas actividades, dando continuidad a la histórica experiencia que inspiró la película de Ignacio Agüero, «Cien niños esperando un tren».
Por_ Elisa Cárdenas Ortega
Los dos años de pandemia fueron determinantes para el fortalecimiento de la Fundación Alicia Vega, creada en 2017 bajo el influjo de esta destacada investigadora y educadora, y su emblemático Taller de Cine para Niños.
Un cuerpo de trabajo estable, su sede en la comuna de Providencia, una ilustrativa página web, una exposición que recorrió Chile, la publicación de un libro, además de la conformación y articulación de una Red de Talleristas, son grandes pasos, logrados desde 2020 a la fecha.
Muchos chilenos y chilenas han visto la película «Cien niños esperando un tren», que documenta el taller realizado en 1985 por Alicia Vega en zonas periféricas de Santiago. Aquella vez, la cámara de Ignacio Agüero registró con elocuencia y algunos toques de humor, el significado de esta experiencia para las y los pequeños (muchos de los cuales nunca habían ido al cine), y la repercusión del taller en sus familias. Hacer actividades interesantes con materiales mínimos y entretenerse con ello, crear y sociabilizar con sus amigos, compartir con sus padres los conocimientos adquiridos, son algunos de los beneficios que Alicia Vega les impregnó, y que ha podido replicar por 30 años en distintas comunidades, llevando al Cine a unos 4.000 niños y niñas de nuestro territorio.
Trabajo colaborativo
A partir de esta impronta y su impacto en la educación, dignidad y calidad de vida de las infancias más vulnerables, es que nació la Fundación. Se instituyó de inmediato su Directorio, conformado por la propia Alicia Vega, el cineasta Ignacio Agüero, la productora de cine y gestora cultural Tehani Staiger, el artista visual Sebastián Riffo y el audiovisualista Andrés Ovalle. Los dos últimos forman parte del equipo de monitores de los actuales talleres.
Este directorio transgeneracional ha sido parte del vértigo productivo de la Fundación en el último tiempo.
Las actividades no han parado, entre 2018 y 2021 realizaron una muestra itinerante que llegó a las regiones de Antofagasta, Valparaíso, Los Lagos y Región Metropolitana, concluyendo con un gran montaje en el Museo Nacional de Bellas Artes, en el marco de la 15°Bienal de Artes Mediales. La serie de exposiciones dio a conocer parte importante del patrimonio de la Fundación: cientos y miles de objetos, trabajos, dispositivos y obras creadas por unos 6.000 alumnos, en 35 talleres realizados entre 1985 y 2015.
De su puño y letra, se originó una publicación en tres tomos, que da cuenta de los talleres, sus lineamientos, lenguaje, metodología y actividades. Bellamente diseñados por Carlos Altamirano, los tomos fueron impresos en letra manuscrita, que la Fundación posteriormente patentó como Tipografía Alicia Vega. En el tiempo transcurrido desde su lanzamiento, estos tres volúmenes se han convertido en una herramienta fundamental para profesores y talleristas, quienes aplican las ideas y adaptan las actividades para distintas experiencias de Educación Artística.
Y quizás el corazón de la Fundación –y la continuación más concreta de este legado– sea la Red de Talleristas, conformada el año pasado. Su misión es constituirse en un espacio de formación para profesores, educadores, activistas y mediadores culturales. Esta instancia mantiene vínculos y realiza un trabajo colaborativo con organizaciones culturales de 5 regiones de Chile. Así, busca convertirse en un eje descentralizado, territorial y situado en torno a la transmisión y acceso al arte y la cultura en infantes de escasos recursos. Un primer balance de la actividad realizada, y un momento de intercambio y compañerismo, se dará en mayo próximo en Valdivia, en el marco del Ier Encuentro Nacional de la Red de Talleristas.
Por un mejor país
La Fundación Alicia Vega se instala en una realidad social que ha ido transformando sus paradigmas. Una sociedad del siglo XXI que releva a niños y niñas como sujetos de derecho y promueve los distintos accesos a la cultura y el arte cinematográfico, a través de la Educación. El arte y la creatividad, de alguna manera “recompensan la violencia que hay en la pobreza”, dice Alicia Vega. Para infancias más felices, con una mínima ventana u horizonte que visualizar en contextos socio-económicos complejos, esta entidad –con una intensa agenda por venir– se propone aportar a un mejor país, donde niños y niñas puedan ejercer sus derechos y libertades, desarrollarse sanamente e integrar desde temprano la cultura en sus vidas.