Chile en la 59ª Bienal de Venecia

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El corazón de las turberas

Por_ Ignacio Szmulewicz R.

Cortesía de Turba Tol y Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Chile © Ugo Carmeni

 

La magia del confín

El acceso a los confines del planeta ha sido una pulsión anhelada pero tediosa para la Humanidad. De la mano del arte contemporáneo, un poco menos. Desde tiempos inmemoriales, la suerte del arte ha estado atada a la búsqueda del conocimiento científico y la expansión de los dominios políticos. Sus materiales han provenido de intercambios comerciales con Oriente; su imaginario se ha embriagado con las fantasmagorías del Nuevo Mundo; y sus prácticas se han nutrido de los ritos y ensueños de los márgenes. 

«Turba Tol Hol-Hol Tol» es el nombre del pabellón de Chile que se exhibe por estos días en la 59ª Bienal de Venecia. Se trata de una instalación multisensorial e inmersiva. Desde la disposición de elementos arquitectónicos, orgánicos, sonoros y lumínicos, todos cuyo singular propósito es transportar al visitante de la ciudad de los canales hacia una de las islas más australes del globo: Tierra del Fuego. La finalidad del proyecto es entender uno de los ecosistemas naturales más trascendentes para enfrentar el cambio climático: las turberas. Su poder de absorción de los gases efecto invernadero es extraordinario.

El espacio del pabellón es oscuro y misterioso, con un recorrido elevado que permite el ingreso de un grupo reducido de espectadores. Parece una estación espacial en un lejano destino sideral. El ambiente sonoro es profundo, tétrico y ancestral, ecos de voces precolombinas que generan un paisaje único. En su interior se ubica una fina y escuálida construcción, cual refugio paleolítico. Sus muros están hechos de una fibra orgánica donde se proyectan visiones espectrales y microscópicas de las turberas.

El artífice de este proyecto es un grupo variopinto liderado por la curadora Camila Marambio, el artista Ariel Bustamante, la cineasta Dominga Sotomayor, el arquitecto Alfredo Thiermann, y la historiadora del arte Carla Macchiavelo. Sin embargo, la estela creativa se extiende más allá de este núcleo. Las fronteras de lo disciplinar y del tutelaje de la autoría se subvierten con la participación de comunidades Selk’nam, y con expertos y expertas en Ciencia, Diseño y Fotografía.

Si bien el grupo es amplio, diverso y colaborativo, se debe reconocer que el empuje de esta iniciativa proviene del entusiasmo de la curadora Camila Marambio por establecer a Tierra del Fuego como un laboratorio para el arte contemporáneo. Hace más de una década lanzó la residencia «Ensayos» que en sus seis versiones ha convocado a artistas, activistas, científicos y a la comunidad de la zona. Esta experiencia, junto con plataformas similares lideradas por el curador Rodolfo Andaur en la zona norte, el colectivo Móvil en el Biobío, el colectivo Última Esperanza en Magallanes, y otros más, permite dibujar un panorama distinto del arte chileno de las últimas dos décadas. 

El fin de Europa

En su avance civilizatorio, el hombre europeo –sí, la gran mayoría de las veces ha sido el hombre europeo–, ha marchado por el planeta dejando una estela de destrucción, desolación y abandono hacia la flora y la fauna e incluso hacia personas que consideraba distintas, menores y carentes de humanidad. 

Fueron los pueblos originarios quienes más sufrieron esta sed de exterminio. El destacado autor sueco Sven Lindqvist analiza este fenómeno en su libro «Exterminad a todos los salvajes», de 1992: “Los europeos han destruido, por rapacidad o imprudencia, el fundamento de todo lo que los nativos pensaban, conocían, sentían y creían. Cuando la vida ha perdido sentido para ellos, sucumben”. Sobre todas las cosas, era la tierra la mayor fuente de significados y símbolos para los pueblos que habitaban las recónditas zonas del África subsahariana, de Australia y Tasmania, y, por supuesto, para los fueguinos anteriores a Chile.  

«Turba Tol Hol-Hol Tol» busca recomponer esos lazos tanto internamente, en la isla, con el paisaje y con los descendientes, como a su vez, instalar nuevas preguntas para la posteridad. ¿Cuántos refugios antediluvianos y conocimientos milenarios podrán ser salvados antes de que se agote el oro negro? En este sentido, el proyecto curatorial conjuga lo mejor de la ciencia moderna con los intereses de la sociedad entera por proponer un nuevo trato con el pasado enterrado por el avance colonizador y el Estado moderno. A su vez, sitúa la amenaza del fin de la tierra por obra del hombre como principal tópico. Un pabellón en sintonía con la Convención Constitucional. 

El año del arbolito

Es un momento de cambios. La elección curatorial del presente pabellón abre la puerta a un nuevo horizonte. Antes que un reconocimiento a la trayectoria (Nelly Richard y Paz Errázuriz + Lotty Rosenfeld), o bien un combo seguro (Ticio Escobar y Bernardo Oyarzún, o Agustín Pérez Rubio y Voluspa Jarpa), «Turba Tol Hol-Hol Tol» se ha convertido en una plataforma para el arte emergente, experimental e interdisciplinar. Así, le ha pavimentado el camino al porvenir dejando una estela de oportunidades para artistas, curadores y proyectos de toda índole. 

Ahora bien, dos reflexiones finales. Primero, ¿qué imagen de Chile entrega este artefacto en el centro del mundo del arte? Un proyecto procesual, expansivo en el tiempo y dislocado en el espacio, muestra una faceta altamente experimental del arte criollo. Las fronteras entre el arte y la ciencia se difuminan cuando las turberas viajan hacia Europa para ser cosechadas en Alemania y preparadas para habitar el recinto del Arsenale. Para un visitante cualquiera, esta instalación entrega una visión de un país de vanguardia científica, intelectual y artística. ¿Cómo convive esta imagen con el sentimiento político del momento, lleno de malestar e incertidumbre sobre los cimientos de los últimos años? ¿Cómo dialoga con un segmento de la creatividad que se ha volcado al activismo, la consigna y la lucha?  

En segundo lugar, la apuesta de la curadora Cecilia Alemani, bajo el rótulo de «The Milky dreams», ha confiado en el valor del arte como agente de imaginación y transformación. Inspirada en el libro homónimo de la pintora surrealista Leonora Carrington (1917-2011), esta mirada busca repensar las relaciones entre lo humano y lo divino, entre el cuerpo y la naturaleza, entre la ciencia y la anticipación, con especial énfasis en la empatía con el medio ambiente. ¿Se puede lograr esto sin hacer un guiño hacia la crisis que vive la sociedad occidental, moderna y patriarcal?

De forma coincidente o no, la Bienal de Venecia ha otorgado su reconocimiento más alto por su trayectoria a la creadora chilena radicada en Nueva York, Cecilia Vicuña, cuya influencia en el arte reciente es innegable. ¿De qué se trata esta influencia? Sobre todo, reconoce el valor de la poesía, la fragilidad y la ternura como estrategias para el arte contemporáneo. Es también parte de la ola de reflexión que ha traído el feminismo. Cuando los detractores de este movimiento planteen sus objeciones deberán sopesar los enormes beneficios de un pensamiento que atraviesa hoy las formas de mirar el trabajo, la historia, la vida y la naturaleza. «Turba Tol Hol-Hol Tol» es parte de esa ola, que fuera en su minuto un eco lejano, pero que se siente cada día más cerca gracias a las refrescantes bocanadas de aire fresco que llegan desde el sur austral. 

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