Dolce & Gabbana, un Cielo barroco en la Tierra

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La muestra «Del corazón a las manos», en el Palazzo Reale de Milán, fue todo un referente para anunciar la Colección Primavera/Verano 2025 de esta consagrada dupla. La exhibición que ya se proyecta hacia las principales ciudades culturales del mundo, es una experiencia inmersiva que conecta tradición y modernidad, artesanía e innovación y, sobre todo, el rol de Italia como potencia creativa de cara al mundo.

Por_ Alfredo López J.

Fotos_ Palazzo Reale Milano

“Cada fibra que se entrelaza, cada curva que aparece en los patrones, habla del viaje secreto que une el corazón a las manos”, deslizan los curadores de esta muestra en torno a Domenico Dolce y Stefano Gabbana, la pareja creativa que desde 1982 unió sus vidas, de manera sentimental y profesional, para inaugurar uno de los episodios más emocionantes de la moda contemporánea. 

Ellos, como si atendieran a un llamado del Antiguo Régimen (época en que los vestidos femeninos adquirieron líneas sueltas y vaporosas), apostaron por siluetas diferenciadas para hombres y mujeres, donde ellas serían más femeninas que nunca. Mientras que ellos –sin perder el norte del lujo y el oficio– mantendrían su estampa de caballeros a toda prueba.

Esa historia fue la protagonista de una cita que deslumbró junto al imponente Duomo (la Catedral de Milán) y la Galería Vittorio Emanuele II. Todo un universo barroco, lujoso y teatral, en il Palazzo Reale, que unió su prestancia como residencia real y sede del Gobierno de la ciudad, para convertirse en el escenario ideal del recorrido titulado «Dal Cuore alle Mani». Los 200 diseños de alta costura seleccionados celebraron la pasión y dedicación que transforman la moda en obras de arte, bajo la impronta Dolce & Gabbana. La misma que hoy continúa su potencia con la imagen de Madonna llegando al desfile femenino SS25 de la firma italiana con bustier, velo negro y alta joyería, como si se tratara de una virgen contemporánea

Musas doradas

Uno de los momentos clave en la carrera de la firma fue en 1990, cuando justamente Madonna llegó al Festival de Cannes con un corsé adornado con piedras preciosas diseñado por ellos. Una maniobra de la mano del Pop, que marcó el inicio de una relación simbiótica entre la Música y la Moda que continuaría con la creación de más de 1.500 trajes para la gira «Girlie Show» de la diva. Ella, junto a otras grandes figuras como Sofía Loren, Iman y Whitney Houston, fueron las musas doradas del comienzo de una marca que quería traer de regreso el look y aura de las antiguas diosas grecorromanas.

El relato de esta dupla es tan llamativo como sus creaciones. Domenico, nacido en Polizzi Generosa (Sicilia, 1958) creció rodeado de telas y costuras en el pequeño taller de sastrería que su padre manejaba. Desde muy joven, mostró una pasión innata por el Diseño. A los 6 años ya creaba su propia ropa, jugando con las texturas y formas que le ofrecía su entorno familiar. Su origen siciliano ha sido una constante fuente de inspiración en su carrera, con la opulencia y el colorido del sur de Italia impregnando muchas de sus colecciones.

Stefano Gabbana, por su parte, nació en Milán (1962) y comenzó su carrera como diseñador gráfico. 

En 1980, su caminos se cruzaron cuando Domenico llamó a la maison en la que trabajaba Stefano, buscando empleo. Este encuentro fortuito se convirtió en el inicio de una colaboración talentosa que redefiniría la estética italiana. A partir de entonces, forjaron una relación tanto profesional como personal que duraría más de 20 años. Aunque su romance terminó en 2005, la dupla mantiene una sólida amistad y un inquebrantable espíritu de trabajo en equipo.

Testigos de hazañas heroicas… 

Como aquella primera pasarela en 1985, cuando no tenían dinero para contratar modelos profesionales y llamaron a amigos y conocidos para que modelaran sus diseños. No sólo eso. Al no contar con un presupuesto para accesorios, sus propias madres les enviaron cortinas para que pudieran utilizarlas como complementos en el desfile. Un espíritu de improvisación que marcó el inicio de una carrera meteórica.

De ahí nunca más supieron de precariedad. 

Domenico y Stefano han sabido combinar la tradición artesanal con una visión contemporánea que sigue fascinando. 

Desde su primer encuentro en Milán, en 1980, el dúo ha transformado el panorama de la alta costura, convirtiéndose en embajadores de la pasarela italiana.

La propuesta en el Palazzo Reale no sólo destaca sus colecciones de Haute Couture, sino que invita a los jóvenes a redescubrir el valor de la originalidad, en un contexto donde la industria de los textiles se enfrenta a la banalización y la homogeneización. Sin embargo, este evento no es parte de las celebraciones de los 40 años de la marca, ya que según explica Domenico, el más extrovertido y directo con los medios: “En principio, íbamos a estrenar esta exposición el 2020, pero estalló la pandemia y tuvimos que posponer. Aunque nunca dejamos de creer en el proyecto, quisimos contar nuestra historia a través de las más altas forma de creatividad, de inspiración y de la herencia italiana que siempre ha sido la base de lo que hacemos”. 

En esta travesía se evocan los pilares narrativos y fundacionales de la marca, como el mundo de la ópera y la música docta, la isla de Sicilia, la devoción religiosa y la influencia del cine italiano. 

Un montaje que une túnicas de lentejuelas adornadas con la efigie de santos bizantinos y armaduras de pedrería. La comisaria Florence Müller, establece: “Esta es la primera gran muestra de estos dos couturiers (y disculpen que use una palabra francesa), que viven y trabajan en Italia y que todavía siguen en activo. Algo que, como saben los periodistas especializados, no es habitual en esta industria. Todos los trajes pertenecen a los archivos de la casa y, hasta ahora, sólo se habían podido ver en fotos o, por un momento, en los desfiles. Esta es una oportunidad única de apreciar en primera fila, la sofisticación y el durísimo trabajo que acompaña estas creaciones” (https://milano.dolcegabbanaexhibition.com/it/).

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