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Foto: Eric Feferberg / AFP
El aclamado diseñador será recordado por borrar los límites entre arte y artesanía, tradición y tecnología de punta, además de otorgar libertad y movimiento a quienes lucen sus creaciones.
Por_ Rosario Briones R.
Licenciada en Arte. Máster en Diseño de Moda.
Confeccionar prendas con un solo trozo de tela fue la máxima del diseñador japonés Issey Miyake (Hiroshima 1938-Tokio 2022). «A Piece of Cloth» (literalmente, un solo trozo de tela) es el nombre de la línea que presentó en Nueva York en 1976, y en la que mostró por primera vez su personal visión de la relación entre el tejido bidimensional y el cuerpo humano tridimensional. Un concepto que explora no sólo la relación entre el cuerpo y la ropa, sino también el espacio entre ambos (del japonés Ma o el espacio entre los objetos).
En una búsqueda permanente de materiales y formas, innovó constantemente apoyándose en técnicas tradicionales, como el corte plano practicado comúnmente en Japón: la prenda sólo toma forma una vez sobre el cuerpo.
Inspirado en el Delphos –vestido de seda plisada que se adapta libremente– de Mariano Fortuny (1871-1949) y en la obra de la diseñadora de alta costura francesa Madeleine Vionnet (1876-1975), quien también anhelaba crear prendas de una sola pieza, en 1988 Miyake creó la línea «Pleats Please» (Pliegues por favor). Al igual que Fortuny, quien no sólo experimentó con telas, sino que fue pintor, grabador, fotógrafo, inventor y escenógrafo, en la obra del japonés, los límites entre arte y moda se difuminan. Como es propio de su cultura, no hace diferencias entre las artes aplicadas y las artes plásticas, como tampoco con los materiales; en su trabajo el plástico moldeado y el lino fino son tratados con la misma nobleza. De hecho, no le gusta que le llamen “diseñador de moda”, se considera un creador que diseña ropa cómoda y práctica, que se adapte al movimiento y que sea fácil de usar y cuidar, acorde a la vida moderna.
En Pleats Please, las piezas son creadas realizando el proceso a la inversa: la prenda se corta y cose antes de realizar el plisado. Para conseguirlo la tela se envuelve entre capas de papel y pasa por una prensa térmica, de manera que los pliegues permanecen. Hechas de poliéster (ahora reciclado), estas piezas brindan libertad de movimiento y ligereza, combinando sentido práctico con calidad artística.
Siempre a la vanguardia, diez años después presentó la línea «A-POC» (acrónimo de A Piece of Cloth), donde investiga las posibilidades del tejido tubular. Un largo rollo de tela de punto de jacquard se despliega y a través de máquinas programadas por computador la tela se corta por las líneas tejidas. La ropa adquiere su forma una vez puesta y se puede ajustar a cualquier talla.
Belleza para olvidar el horror
Estudió diseño gráfico en la Universidad de Tokio y en 1964 se trasladó a Francia, donde trabajó para Guy Laroche y Hubert de Givenchy. Con todo lo aprendido regresó a Japón y abrió su propio estudio en 1970, y desde entonces buscó ofrecer moda que no fuera “ni japonesa ni occidental”. Hizo su debut en Nueva York en 1971. Desde el Otoño/Invierno de 1973 su colección se ha exhibido en París.
Un aspecto poco conocido de su vida es que fue un sobreviviente de Hiroshima, nunca quizo hablar del tema, porque no quería ser recordado como “el diseñador que sobrevivió a la bomba atómica”. Tenía siete años cuando ésta lo destruyó todo. Perdió a su madre, quien murió tres años después producto de la radiación, y él quedó cojo. Es por esto que decidió crear belleza para olvidar el horror.
Fue galardonado en 2010 con la Orden al Mérito Cultural de su país y con la Legión de Honor de Francia, la más alta orden al mérito francesa, en 2016.
En 1997 dejó la dirección de la firma para dedicarse a la investigación y a proyectos artísticos. Desde 2020, Satoshi Kondo es el director creativo de la compañía.