


Hubert Duprat
«L’ Atelier ou la montée des images, 1983-1985»
Cibachrome, 80 x 120 cm Collection Frac Poitou-Charentes, Angoulême
© ADAGP, Paris, 2020 Photo : H. Duprat
El artista francés que se define como autodidacta y que ahora se presenta en el Museo de Arte Moderno de París, piensa que su trabajo es estar al acecho de nuevos conceptos bajo una meticulosa operación: lograr una renovada artesanía a través de la alteración de los materiales y de vibrantes fenómenos visuales.
Por_ Alfredo López J.
Cuando Hubert Duprat fue invitado a presentar su trabajo en el Museo de Arte Moderno de París tuvo que enviar la acostumbrada biografía para el posterior catálogo. En el cometido fue exageradamente breve. Solamente puso que había nacido en Gard en 1957 y que exponía regularmente desde 1983. Ni una palabra más, ni una menos.
En menos de dos líneas sintetizaba lo que para él ha sido una vida de producción, una que lo ha tenido en la cúspide de los artistas más renombrados de la actual escena francesa.
Con una obra inicial que sumaba escultura, fotografía y otros soportes experimentales, con el tiempo fue agregando elementos de la Naturaleza, como extractos minerales y cortezas botánicas para dejar una huella de lo insondable de nuestro entorno en una búsqueda permanente de nuevos lenguajes. Esa trayectoria es la que ahora ocupa los principales salones del Museo de Arte Moderno de París, en el número 11 de la Avenue du Président Wilson, para una muestra que se puede visitar hasta fines de enero de 2021.
La exposición refleja las líneas maestras de una creación tan abierta como laberíntica, que aúna lo monumental y la miniatura, las líneas puras y un virtuosismo casi manierista. Exigente y complejo, el trabajo del artista también se enriquece con azar y con el empirismo científico a raya.
Inspirado por el descubrimiento de objetos, vestigios o textos, combina todo como si fuera un ensayo de materiales, técnicas y gestos.
Un podio de sobrevivencia
Extrae indistintamente de todos lados. De rarezas minerales como pirita, calcita y ulexita; también de vegetales como el ámbar, o de procedencia animal como el coral para luego hacerlos dialogar con materiales industriales como el poliestireno, el hormigón, la parafina y la plastilina. Cada uno de los procesos, desplazados de su campo de origen, finalmente toman forma de artesanías nobles como marquetería, orfebrería y tapicería. Pero también alcanza el espectro de las expresiones populares como el arte con alambre.
Su creación se basa en artefactos, objetos de conocimiento de campos tan diversos como las primeras industrias líticas, ruinas antiguas y elementos religiosos o decorativos de los siglos XVI y XVII. De esa manera, muestra una exploración antropológica y de cuestionamiento a través de paneles incrustados en reconstrucciones arquitectónicas en hormigón. Su obra ocupa los espacios del museo como un desafío permanente a las leyes de la gravedad. Al igual como sucede en el montaje de «Las Larvas de Trichoptera», donde Duprat habla de los gestos fundacionales de las sociedades y los compara con los métodos de construcción de un insecto que construye su capullo de sobrevivencia con elementos extraídos de su medio acuático, su propuesta es ofrecer un nuevo podio para observar los fenómenos de la existencia humana. Así, el artista proporciona al animal lentejuelas, perlas de oro y los deposita en delicados estuches.
Temblores y disparos
En el recorrido, que abarca más de treinta años de investigación, hay más de dos mil libros, grabados, fotografías, objetos y películas que, a su vez, se acompañan de contribuciones de críticos y escritores como Patricia Falguières, Fabien Faure, Anna Gritz, Pierre Senges, Christian Besson, Nicole Caligaris, Noëlle Chabert, Martin Herbert, Bertrand Prévost, Natacha Pugnet y Roland Recht, quienes, de una manera ilustrada, hacen referencia al impacto de una obra que ha tomado el pulso de un planeta en permanente mutación.
A medida que avanza la visita, el espectador se hace parte de una serie de fenómenos visuales, como efectos de estereoscopía (Le Salonbleu), de inversión (Sala Cámara oscura), de flotación e incluso temblores y disparos de bala. Cada una de estas experiencias invita a cuestionar la ambivalencia de nuestra percepción de la realidad, algo que Duprat resume, no sin humor, con la expresión “dos ojos no bastan”.
Al final del periplo, las esculturas realizadas en piedra cortada o pulida remiten a un principio en el que la materia prima es la propia herramienta. De esta manera, su cuestionamiento apunta a las industrias humanas y su empedernida carrera por lograr el artefacto perfecto.
Si bien su creación es difícil de encerrar en un estilo, la exposición ofrece una visión sintética de producción y muestra la amplitud de una prospección antropológica que, en última instancia, apunta a restaurar el mundo con una renovada esperanza.

Hubert Duprat
«Larve aquatique de Trichoptère avec son étui, 1980-2000».
Oro, perlas, safiros, tuquesas, coral, lapislázuli.
© ADAGP, Paris, 2020 Photo : F. Delpech
Extrañamente familiar
Jessica Castex, comisaria de la exposición, considera que la obra de Duprat está marcada por una gran libertad. “Escapa a cualquier intento de vincularlo a un movimiento artístico o a una cronología. Además, es particularmente observado por artistas, escritores poetas y artistas visuales como una fuente de reflexión y también de inspiración. Hay que adquirir un espíritu de rebote para dialogar con su obra, porque en ese camino se cristalizan percepciones ambivalentes y hasta contradictorias”.
De esa manera, su propuesta parece a veces familiar y otras enigmática. Eso porque los materiales y las técnicas son fácilmente identificables, pero en la medida que son aparentemente usadas de manera inapropiada, producen un absoluto estado de perplejidad. Esa “extrañeza familiar” es lo que impone primero una forma de silencio, de hieratismo. Sin embargo, después de una observación más cuidadosa, cada una de las obras sugiere una maraña de historias e interpretaciones.
Para Jessica Castex, se trata de una muestra que nos invita a agudizar nuestro pensamiento, a cuestionarnos sobre lo que percibimos. “Hoy, quizás más que nunca, nuestro pensamiento crítico y nuestro pensamiento son activos fundamentales para afrontar el mundo. Por ejemplo, la escultura «Mártir» es una especie de espejismo y uno se pregunta ¿es la forma el resultado de lo vacío o de lo lleno? La red de líneas que aparecen a los lados hacen juegos ópticos. Pero esas líneas son en realidad el resultado de la perforación de núcleos en el bloque de vidrio acrílico, por lo que la forma la crean aquí los espacios vacíos y no los sólidos”.
Esa incesante manera de abarcar la Naturaleza y representarla mediante materiales que provienen de una feroz mecanización, con- vierte su obra en una cámara de experimentación atemporal, una vía de escape, tan poderosa y certera que pareciera que cada uno de sus gestos no son más que herramientas para escapar del tumulto con paz y honda reflexión.