Celebrando el mes del Jazz

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Tragedia + Homenaje + Improvisación: la suma perfecta para revisitar, desde la primera película sonora hasta biopics que narran historias de tormentos y creación, a raíz del Día Internacional del Jazz, a celebrarse el 30 de abril.

El Jazz nació en las comunidades afroamericanas de Nueva Orleans a fines del siglo XIX como manifestación de identidad y reacción ante el europeísmo impuesto por los patrones. Por ese entonces, en Francia, el Cine preparaba su debut en sociedad, específicamente en 1895. Habría que esperar algunos años para que la cultura aceptara aquellas disciplinas en los salones de la intelectualidad y también para que ambas se cruzaran con fervor. El Jazz encontraría en la imagen en movimiento un soporte ideal para su abstracción revolucionaria, y el Séptimo Arte se dejaría seducir por los ingredientes asociados al género musical, esto es, el glamour, la derrota, la juventud, la devoción, los excesos, la noche. Como dijo alguna vez el cineasta Damien Chazelle («Whiplash», «La La Land»), “lo que amo del jazz es que está lleno de leyendas y mitos”.

Fuentes inagotables de leyendas y mitos, esta selección de largometrajes –además de una serie– enaltecen el imaginario vinculado al Cine y a la Música nacida en Luisiana. 

«The Jazz Singer» (1927)

La primera película con sonido sincronizado de todos los tiempos sigue a un cantante de jazz (interpretado por el multifacético Al Jolson) atrapado entre el mandato de su familia judía ortodoxa y su vocación artística, la que persigue fervorosamente sobre los escenarios del espectáculo. Dirigida por Alan Crosland, se convirtió en un éxito de taquilla que sacó a la Warner Bros. de la crisis financiera. 

«New Orleans» (1947)

Este filme de Arthur Lubin, centrado en una pareja que se obsesiona con el jazz en vivo de Nueva Orleans, cuenta con apariciones de tres figuras fundamentales del género: la trágica Billie Holiday (fue su única aparición en la pantalla), el clarinetista Woody Herman (ícono de las big bands) y el multifacético Louis Armstrong. Curiosamente, nació de las ruinas de un proyecto de Orson Welles que nunca prosperó.

«Shadows» (1959)

Obra emblemática del cine independiente estadounidense, de esas que inspiran a otros a salir a filmar, la ópera prima del gran John Cassavetes es un ejercicio de libertad creativa –e improvisación jazzista– 

ambientado en la Nueva York “beatnick” de los años 50. Un entramado de relaciones y desencuentros en torno a un trompetista que se abre camino en la bohemia de Manhattan. Cassavetes, padre del cine independiente, la filmó con un presupuesto obtenido de donaciones y los ahorros de una tropa de actores que debutaron frente a una cámara. “Logré hacer una película sobre la falta de rumbo de los jóvenes y las cualidades emocionales que poseen”, analizaría el director más tarde.

«The Connection» (1961)

La cineasta experimental Shirley Clarke enfrentó la censura por la crudeza y honestidad con las que retrató los bajos mundos de la droga en esta obra cinematográfica. Escrita por el dramaturgo Jack Gelbert, funciona como un falso documental en blanco y negro sobre un grupo de yonquis que espera en un departamento la llegada de un dealer. Hay conversaciones, confesiones a cámara, mucho jazz –interpretado por los mismos protagonistas– y un juego de “cine sobre cine” que justifica la presencia de uno de los personajes: un documentalista que registra todo con su lente. El elenco está compuesto por actores y músicos, como el subvalorado pianista y compositor estadounidense de hard bop, Freddie Red,quien colaboró con nombres fundamentales dentro del género como el trompetista Art Farmer y el contrabajista Charles Mingus, entre otros.

«Space is the Place» (1974)

No es fácil definir este delirio místico escrito por el músico experimental y poeta Sun Ra (figura destacada de la vanguardia jazzística, tocó el órgano, el piano y el teclado, además de liderar la Sun Ra Arkestra). Él se interpreta a sí mismo como un viajero del tiempo y el espacio que busca un planeta donde la raza negra pueda asentarse, mientras se enfrenta al FBI y a la NASA. Un filme incomparable –y repleto de buena música– que se enmarca en lo que se conoce como “Afrofuturismo”, es decir, ciencia ficción al servicio de la historia afroamericana.

«Permanent Vacation» (1980)

El protagonista de la ópera prima de Jim Jarmusch, llamado Aloysius Parker en homenaje al influyente saxofonista Charlie Parker, deambula por Nueva York en busca de sentido. En las calles vacías se encuentra con personajes excéntricos, entre ellos, un músico misterioso interpretado por John Lurie (colaborador habitual del cineasta), y un tipo que le cuenta una historia en un cine donde se proyecta un largometraje de Nicholas Ray: un chiste negrísimo relacionado con un jazzista que toca «Somewhere Over the Rainbow» antes de suicidarse. Un verdadero cóctel de existencialismo, referencias Pop y soluciones de bajo presupuesto. Una película que cimentó el camino para el aclamado director neoyorquino.

«Round Midnight» (1986)

Uno de los standards más bellos (compuesto por el pianista Thelonious Monk) le da título a este largometraje en el cual el francés Bertrand Tavernier («La Vie et rien d’autre»), homenajea al género musical basándose en la vida del saxofonista tenor Dexter Gordon. La trama es casi un leimotiv jazzístico: las luchas de un músico estadounidense que migra hacia París en busca de reconocimiento. Además de mostrar las penurias del jazz, Tavernier reúne a músicos de la talla del saxofonista Wayne Shorter, el guitarrista John McLaughlin, el contrabajista Ron Carter y el trompetista Freddie Hubbard, entre otros. La banda sonora es una joya: la compuso Herbie Hancock, leyenda viva del género.

«Let’s Get Lost» (1988)

El fotógrafo Bruce Weber está detrás de este documental que busca acercarse a la vida y obra del malogrado trompetista Chet Baker, quien murió cuatro meses antes del estreno. El filme contrasta la juventud dorada del músico –cuando parecía un radiante James Dean del jazz– con su precaria condición de vida durante los 80, en tiempos en que estaba completamente enganchado a la heroína. Hay testimonios de amigos, exnovias e incluso su madre. A pesar de todo, el resultado toma distancia del sensacionalismo. Un retrato melancólico y estilizado sobre la creación, la vida y la proximidad de la muerte. 

«Jazz» (2001)

Esta serie documental de 12 episodios, producida por la BBC, es un homenaje precioso al género a cargo de Ken Burns, director que reconstruye la historia del jazz mediante testimonios, material de archivo e insertos de películas. Un collage expresionista que comienza en las calles de Luisiana para trasladarse a la escena de Chicago, la época de la Gran Depresión, el racismo, el estallido del bebop y las vanguardias. En otras palabras, una clase magistral cargada de emoción y vibraciones sonoras.

«Bird» (1988)

La mejor película de Clint Eastwood es este ambicioso biopic que aborda la influyente obra y la dura existencia de uno de los jazzistas más importantes de la historia, Charlie Parker, interpretado magistralmente por Forest Whitaker. El recorrido va desde sus orígenes en los clubes de jazz de la Nueva York de los años 40 hasta su trágica muerte en 1955. Es una carta de amor a un artista que reinventó el jazz y sucumbió ante sus tormentos. Eastwood, quien sigue filmando a sus 93 años, admitió que su obsesión por el saxofonista se remonta a cuando lo escuchó en vivo en el año 1946, en Oakland. Los beneficios de la longevidad.

«Born to be Blue»(2015)

Este proyecto tenía todo para salir mal: un presupuesto demasiado bajo para sus ambiciones, un director canadiense desconocido (Robert Budreau) y la falta de derechos de la banda sonora, un detalle no menor considerando que se trata de un biopic de Chet Baker. Pero en contra de nuestros prejuicios, el filme está bastante bien, especialmente gracias al talento de un Ethan Hawke que encarna a Baker sin idealizaciones ni lugares comunes. La historia se ambienta en 1966, el año en que el trompetista perdió su dentadura por culpa de sus andanzas salvajes y tuvo que enfrentar sus demonios para volver a la música.

«Miles Ahead» (2015)

El actor y director Don Cheadle quiso honrar a su jazzista favorito –el trompetista Miles Davis, quien según sus propias palabras cambió “la historia del jazz cinco veces”– evitando el gran problema de los biopics: la tendencia a contarlo todo. Es por eso que ancla su mirada en un momento particular: cuando el trompetista intentó reactivar su carrera en los 70 tras desaparecer de la luz pública. Desde esos tiempos de crisis, e incentivado por un periodista escocés (Ewan McGregor) que lo persigue, Davis recordará cuando a comienzo de los 60 grabó sus álbumes más importantes, motivado por su romance con la bailarina Frances Taylor. Un proyecto majestuoso a la altura del retratado. 

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