

Una reconocida artista mapuche y cosmopolita bailaora con una abuela indígena. Juntas en escena, gracias a la intuición del artista samoano Lemi Ponifasio, escarban en su ser y en el de los chilenos, sin rehuir la actualidad.
«Amor a la Muerte» es una de las esperadas piezas que cierra Santiago a Mil 2020.
Por_ Marietta Santi
Sólo dos cuerpos en escena. El de Elisa Avendaño Curaqueo, compositora e intérprete de música mapuche tradicional, oriunda de Lautaro; y el de Natalia García Huidobro, bailaora flamenca y viajera empedernida. Mezcla impensable pero absolutamente orgánica en la cabeza de Lemi Ponifasio, creador samoano que en «Amor a la Muerte» entreteje temas como el amor, la mujer, el poder y el pueblo mapuche, hurgando en la existencia de sus intérpretes.
Se trata de una nueva creación de Mau Mapuche, la compañía que Ponifasio fundó en Chile en 2015 y que ya tiene dos entregas: «I am mapuche» y «Ceremonia Performance Mapuche», estrenadas en el Festival Santiago a Mil en sus ediciones 2015 y 2016, respectivamente.

«Love To Death». Foto: Lemi Ponifasio MAU
La creación es una expresión de amor, una orientación hacia la luz como la danza del árbol que busca el sol. Las mujeres en este trabajo, su búsqueda de quiénes son, a dónde pertenecen y la prueba de su existencia, también es Chile mismo buscando su identidad. Su amor y sus sueños existen junto a la gente, como estamos presenciando en estos tiempos. Su búsqueda también refleja la de la Tierra”, dice el artista que en los años 90 fundó la compañía MAU (“declaración de la verdad en un asunto” en samoano), cuyo trabajo creativo se conecta con las culturas originarias del mundo.
A ambas intérpretes Ponifasio las conoció en diferentes circunstancias: “Elisa apareció sin previo aviso en los minutos finales de un taller que estaba dando en Padre Las Casas (Temuco) hace cinco años. Después de una semana trabajando con gente joven, fue un buen momento cuando ella entró. Exudaba un tranquilizador comportamiento de la autoridad natural y la sabiduría. La invité a hablar con el grupo y luego comenzó a cantar un lamento profundamente triste. La invité a ser parte de la obra que estábamos preparando («I am mapuche») y a partir de entonces tenemos una relación artística y de trabajo”.
Elisa, por su parte, recuerda que ella no quería ir a la reunión con Lemi: “Pensé que eran otros gringos que estaban investigando. Yo estaba trabajando en el campo, aporcando papas, cuando me llamaron de Temuco. Me queda muy lejos, de Curacautín a Temuco son dos horas de viaje, pero insistieron tanto que finalmente fui. Y llegué al final, cuando se estaban yendo”. Nunca imaginó que ese encuentro iba a ser decisivo para hacer viajar su canto ancestral por otros continentes.

Lemi, Elisa y Natalia.
Natalia entra en la vida de Ponifasio como productora de ensayos, y traductora muchas veces, en el proceso de creación de «I am mapuche». “Un par de años después me dijo que era bailarina de flamenco. Lo que más me interesó fue su historia de vida, su espíritu de poder y el hecho de que pasa seis meses al año actuando en Europa, su aguda conciencia de las condiciones de vida en Chile, así como su impulso de ir más allá del flamenco. Fue sólo a principios de este año que compartió conmigo su propio linaje mapuche”, dice el director.
Antes de conocerlo, Natalia había visto su pieza «Birds With Skymirrors», presentada en Santiago a Mil 2013, y había alucinado: “¡La encontré increíble!, Lemi no se parece a los coreógrafos y directores europeos. Fue mucho el acercamiento porque no llegaba su asistente y yo tomé apuntes de los ensayos. Al principio él tampoco sabía que yo bailaba. Después quedamos conectados”.
Lemi Ponifasio propuso un trabajo con ambas a Santiago a Mil en 2018. Los tiempos no dieron para estrenar en 2019, pero sí en la edición 2020 del Festival. En el proceso de creación, Elisa Avendaño y Natalia García Huidobro experimentaron una exigente residencia en Nueva Zelanda en mayo de este año. Durante tres semanas trabajaron intensivamente para montar «Amor a la Muerte», que estará en cartelera del 22 al 25 de enero en el GAM.

«Love To Death». Foto: Lemi Ponifasio MAU
Gitanos y mapuche
El trabajo de Lemi Ponifasio es inclasificable, ya que se mueve entre la danza, el teatro, la performance y las artes visuales, siempre con un carácter ritual que se entrelaza con la Naturaleza desde diferentes puntos de vista. Su búsqueda se relaciona con “hacer hablar” a las comunidades indígenas y a la tierra devastada, lo que también es una forma de activismo.
Por eso, siempre ha estado cerca de la polémica, de la provocación. Así se refería el medio web ricketpick.fr, a la presentación en 2014 de «I am» en el Festival de Avignon: “En la Cour d’Honneur (patio de honor), las reacciones son extremas: los bravos se mezclan con los abucheos; los espectadores se levantan para aplaudir, otros abandonan la sala antes del final”.
Dos años después, en Chile, el crítico de teatro Agustín Letelier destacaba entre las mejores obras de Santiago a Mil 2016 a «Ceremonia Mau Mapuche» con las siguientes palabras: «Lemi Ponifasio supo dar a esa cultura una altura, una belleza que nosotros no hemos logrado, sin alterar lo que es central en ella. Poca gente la vio y poca logró captar su aporte».
Opiniones divergentes que seguro también surgirán después de «Amor a la Muerte», cuya preparación –según sus intérpretes– fue bella pero muy dura. “Durante tres semanas trabajamos todos los días, muchas horas. Creo que él estaba interesado en nosotras como personas, hablábamos mucho y claramente hay una intención en él de testimoniar la historia mapuche y quizás la historia de los jóvenes que han sido asesinados. A partir de ese interés, va generando una especie de tejido a través de nosotras, te va desnudando poco a poco, es muy sutil. Estas largas horas de trabajo lento permiten que aparezcan cosas nuevas, en cuanto a lo que uno puede hacer o es capaz de hacer”, testimonia Natalia.
“Salíamos tan cansadas que no teníamos ganas de llegar a cocinar”, confidencia Elisa. Pero aclara que “el trabajo fue muy lindo, con Lemi y Natalia conversábamos mucho para crear. Resultó complicado, porque la conversación tenía que ser de verdad profunda para hacerlo bien. Ocupamos mucho tiempo, sin prisa. El mapuche piensa mucho para hacer las cosas bien, por eso nos consideran lentos. Lemi hace lo mismo”.

Foto: Lemi Ponifasio MAU
En escena hay canto y música mapuche, proyecciones y el flamenco como herramienta expresiva. La bailaora señala que “a ratos pensaría que es una instalación, a ratos se vuelve algo biográfico y en otros momentos estamos encarnando otras cosas. Pero a mí, como intérprete, me demanda muchísimo, mi cuerpo y mi mente tienen que estar absolutamente disponibles”. Agrega que Ponifasio no está interesado, de la manera que se entiende convencionalmente, en la puesta en escena. “Hay algo más. Curiosamente, con esta estética extremadamente limpia y sencilla hay algo que sucede, a los que estamos adentro y también a los de afuera, que no lo vamos a explicar con palabras porque sería limitarse, pero hay algo que te lleva a espacios distintos”.
Su compañera comenta que el diálogo artístico entre ellas se dio de reconocer las semejanzas de su pueblo con el pueblo gitano. “Son como indígenas, humillados, repatriados y discriminados. Pero en muchas tribus han logrado mantener sus costumbres, su idioma y su arte. Y si escuchamos su música, es puro dolor, es muy profunda. Creo que mi música y la danza de los gitanos coinciden en el dolor, en la energía, en la fuerza y en la resistencia”.
Consultado el por qué de la elección de estas mujeres artistas, Lemi Ponifasio da una respuesta tan sencilla como compleja: “Sólo estaba pensando en ellas y en sus vidas. Por supuesto que son mucho más que representaciones culturales o encarnaciones de sus medios artísticos. La condición del mundo en el que viven es muy importante: el entretejido entre sus seres, vidas e historias. Crear es un intento de tejer toda la historia de la existencia en un momento”. Sin duda, «Amor a la Muerte» es una de las obras más esperadas del próximo Santiago a Mil. Mestiza e híbrida –de forma y fondo–, se aventura en terrenos que parecen irreconciliables pero que en la raíz tienen muchas y profundas conexiones.