

Teatro vía zoom, clases de ballet on line, solos contemporáneos en whatsapp y grandes clásicos vía streaming. Insólitos esfuerzos para no perder totalmente el vértigo de las artes escénicas. En tiempos de distancia social, el teatro y la danza se replantean.
Por_ Marietta Santi
El 2 de abril, la compañía Geografía Teatral debería haber estrenado «Flaca Alejada», escrita y dirigida por Tomás Espinosa, en el Teatro Camilo Henríquez. Pero el 14 de marzo fue la última vez que se reunieron a ensayar, antes de asumir la cuarentena. Esta es la segunda postergación de la obra: la primera fue en noviembre del año pasado, cuando el llamado estallido social obligó a cerrar los teatros. Después del nuevo shock, la compañía recuperó el espacio de encuentro una vez a la semana. Claro que vía zoom.
Este panorama se replica en las artes escénicas del mundo. Teatros y centros culturales cerrados, estrenos suspendidos, ensayos parados sin fecha de retorno. En Chile la situación es más grave, porque el sector ya había sufrido las consecuencias de las protestas masivas.

El equipo de Teatro Living, encabezado por Rafael Gumucio y Marcos Alvo, junto a Amparo Noguera, Luis Gnecco y Gabriel Urzúa en una reunión de mesa. «Nos obligamos a reinventar la forma de contar historias desde la distancia, sin perder uno de los elementos más atractivos de la actividad: el vértigo de la función en vivo”, comenta Alvo.
Luego de la paralización vino la resiliencia. Rápidamente reaccionaron algunos teatros, espacios y organizaciones culturales. ¿Su respuesta? Programar teatro, ópera y danza on line. El Municipal de Santiago sorprendió con la iniciativa Municipal Delivery, que programa en línea ballet y ópera. Carmen Gloria Larenas, su directora, precisa que “era una preocupación para todos quienes trabajamos en el Municipal mantener viva nuestra organización para la mayor cantidad de público posible. Recogiendo eso y bastante contra el tiempo, llegamos a esa idea que ha sido tan valorada por las personas y que nos ha permitido ampliar y diversificar nuestra audiencia, derribando barreras de acceso como la geográfica y la económica. La reflexión que podemos hacer hoy es que ya no hay vuelta atrás, y el Municipal Delivery llegó para quedarse. Estamos trabajando en el futuro de la plataforma”.
Larenas destaca el agradecimiento y entusiasmo de los espectadores virtuales. “Estamos seguros de que hay personas, en este total de más de 300 mil que se han conectado, que no han venido antes al Teatro Municipal por diferentes razones, y queremos desarrollar una relación con ellas”, dice.
El Teatro Finis Terrae, dirigido por Marco Antonio de la Parra, ha colgado producciones propias en su web, con el nombre de Cultura Finis en Casa. “No sabemos por cuánto tiempo los teatros estarán cerrados, pero eso no significa que dejemos de funcionar. Dentro de este panorama incierto –y mientras podamos echar mano de nuestros archivos o crear contenidos nuevos en la medida de lo posible– tenemos una misión de extensión artística en la contribución al acervo cultural de Chile y al desarrollo de la sociedad”, señala el psiquiatra dramaturgo.
Amalá Saint Pierre, coordinadora del Teatro Finis, comenta que en los espectadores virtuales hay una reacción doble: de agradecimiento por seguir nutriéndose y de cuestionamiento sobre si se trata o no de teatro. “Esa reflexión es muy interesante porque de alguna manera se está pensando filosóficamente sobre la naturaleza de este arte”, remata.
Teatro Zoom
Fue Marcos Alvo, de la productora The Cow Company, el primero que se atrevió con el teatro virtual. La plataforma escogida fue zoom; el dramaturgo cómplice, Rafael Gumucio, y el nombre del proyecto, Teatro Living. Al elenco llamaron a Amparo Noguera, Luis Gnecco y Gabriel Urzúa.
Alvo cuenta que la idea “nace cuando enfrentamos el distanciamiento social con nuestro quehacer artístico y la imposibilidad de asistir a una sala de teatro, quién sabe por cuánto tiempo, limitando nuestra posibilidad de interactuar con el público y generar ingresos. Nos obligamos a reinventar la forma de contar historias desde la distancia, sin perder uno de los elementos más atractivos de la actividad: el vértigo de la función en vivo”.
Desde el punto de vista dramático, no se trata de adaptar obras al formato videoconferencia sino de crear piezas basadas en su problemática. ¿Qué pasó con los actores? Alvo comenta que al comienzo estaban muy escépticos, pero una vez que accedieron al primer texto se entusiasmaron.
La primera entrega fue «Clase magistral» y siguieron con «Una nueva vida». Para ser parte de los espectadores, cuyo número máximo es 1.000, hay que comprar la entrada en thecowcompany.com.
Paulo Brunetti, actor de teatro y TV, debería estar cumpliendo una segunda temporada de su unipersonal «Muchacho de Luna» en Buenos Aires. Lejos de las tablas y los sets, el actor decidió ofrecer algo de ficción a su público: todos los domingos, a las 18:00 horas, lee un cuento a través de su instagram. Partió con 6.000 personas conectadas y la cifra ha ido subiendo semana a semana.
“Un día puse un poema de García Lorca, me pidieron más y seguí día por medio. Un amigo me llamó y me dijo que por qué no leía más largo y en vivo. Lo hice un domingo y tuve gran repercusión, entonces seguí. Los auditores agradecen y dicen que soy una buena compañía, también son buena compañía para mí”, afirma.

Las bailarinas Carola Cussen y Gladys Alcaíno captadas en sus clases vía zoom.
Cuerpos resilientes
La danza ha sido, probablemente, el arte escénica más golpeada en esta nueva realidad. Instalar y desplegar el cuerpo en el espacio es su misión, algo imposible en cuarentena. Los maestros de técnica fueron los primeros en recurrir a Instagram, Facebook o zoom para dictar clases. Así, hay ofertas de ballet y flamenco, además de disciplinas complementarias, como Pilates Ballet Progresive, pilates o yoga.
Gladys Acosta, maestra de ballet cubana y una de las fundadoras de La Academia, cuenta que en un momento peligró la continuidad de su escuela. Pero, ante la entusiasta respuesta del alumnado, decidieron seguir on line. Y no ha sido fácil: “Tuvimos que hacer una propuesta de pago, buscar material de apoyo para los alumnos, bajar aplicaciones, probarlas, hacer difusión e intervenciones por Instagram, hasta llegar a las clases por zoom. Todo esto comunicándonos virtualmente las directoras con la secretaria”.
Su socia Carola Cussen, maestra y bailarina de flamenco, recalca que “el sentimiento es de una desprotección total, ya que lamentablemente en esta economía de mercado tan radical tenemos que salir adelante por nuestra cuenta y no hay ningún tipo de protección o resguardo por parte del Estado, Municipalidad o del Ministerio de las Culturas”.
Ambas planifican clases para zoom y se esmeran en ser didácticas –y corregir– pese a los problemas tecnológicos. Es difícil, pero que se hayan sumado incluso alumnos de regiones las motiva. Como dice Carola: “Debemos ser flexibles, observar cómo va evolucionando el mundo y responder a las nuevas necesidades de manera creativa. Somos bailarinas, estamos acostumbradas a caernos, pararnos y salir adelante, y junto a Gladys vamos con el estandarte de la danza donde quiera y de la manera que sea”.
Más complejo ha sido para la danza contemporánea, ya que sus estilos necesitan espacio para desarrollarse. Sin embargo, luego del silencio vino la creatividad. Danzaencasa, iniciativa nacida en Valparaíso en 2013 y ahora desarrollándose entre Chile y España, no ha parado: dicta talleres a distancia además de programar los ciclos Experiencias Virtuales, donde se presentan solos danzados en las casas. Ya suman siete ciclos.

Belén Herrera, coreógrafa contemporánea, está trabajando con los integrantes de su compañía via whatsapp. Piensa que la danza saldrá airosa del desafío.
Belén Herrera, bailarina y coreógrafa contemporánea, cuenta que con su colectivo Desfigumorfos busca cómo solucionar sus proyectos de creación desde el 18 de octubre pasado. “Con esto del Coronavirus me di cuenta de que la idea de solos por whatsapp es viable, así es que les propuse que cada uno me mandara un video de un minuto desarrollando o introduciendo la idea que quiere trabajar”, cuenta.
Ella da feedback a cada intérprete y utiliza la misma metodología que en vivo, ya que siempre graba. La bailarina también transmite por RRSS sus experimentos sobre tres cilindros con ruedas, para un solo llamado «Giratorque». Su idea es llegar a una improvisación interactiva, “donde el público conectado sugiera cómo configurar mi cuerpo a través del uso de los cilindros”.
También está SOLES DE DANZA, que reúne a artistas de Argentina, México, Italia, Guatemala y Chile. Se trata de solos improvisados de 10 minutos de duración, que se transmiten en vivo por Instagram.
Dejando de lado el contacto físico y el sudor, la danza busca sobrevivir. “No he visto tanta actividad como en otras áreas. Esta crisis mundial ha hecho que nos vayamos hacia adentro, pero hay que aprender a danzar a la distancia”, comenta Belén.