Conversaciones en el umbral

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Por_ Sebastián Gray 

Hay entre las reglas monásticas de algunas órdenes religiosas, una particular que me ha causado siempre una gran admiración: que ahí donde el silencio sea una obligación colectiva, si dos personas deben necesariamente conversar, sólo podrán hacerlo en el umbral de una puerta. 

Esta imagen evoca una infinidad de reflexiones que vinculan de manera fundamental al ser humano con la arquitectura, relacionando las complejidades del hacer, del pensar y del sentir en función del entorno edificado que norma y da forma –desde el origen de los tiempos–, la actividad cotidiana. Conversar en el umbral implica estar en tránsito temporal y espacial, ambos de pie, tal vez apoyados en las jambas, en igualdad de condiciones y a mesurada distancia. Significa estar a la vista de los demás pero sin apropiarse de ningún espacio, sino lo contrario: al paso entre dos mundos, alojados en la médula del edificio, bajo el peso inconmensurable de los muros, expuestos y, sin embargo, enmarcados, situados y cobijados. 

El acto de construir es un impulso atávico, de los más trascendentes de toda cultura. Junto con la palabra y la música, edificar es una manifestación cumbre de la evolución de nuestra especie. Apenas tuvo oportunidad, abandonó el ser humano su hábitat natural para asegurarse mejor refugio, y en el perfeccionamiento de las técnicas constructivas y el descubrimiento de posibles materiales, encontró en lo construido mucho más que una mera utilidad: también un lenguaje, una expresión del ser, un poderoso sentido estético, repleto de intención y significación espiritual. Ese habitar, transformado por las formas construidas en un acto de magnitud poética, es lo que la Humanidad reconoce como Arquitectura. Luego, de la natural agregación de construcciones surgió la ciudad, un ente complejo y abstracto que se nutre tanto de sus edificios como del espacio que existe entre ellos, espacio que no es un mero vacío, sino también una creación, una incubadora colectiva, fuente de civilización. 

La toma de conciencia de estas fantásticas empresas llamadas edificios y ciudades, y la dimensión mágica del espacio diseñado, ejercen en el hombre una permanente fascinación. Un niño que interpreta con total libertad el mundo que lo rodea, es capaz de representar una ciudadela con sólo baldes de arena húmeda, o de hacerse una casa a su medida con telas y cajas de cartón, y en esas ilusiones lúdicas y efímeras ya está plasmado el milagro creativo del constructor. Habrá que enseñarle que la arquitectura es tanto forma como espacio; la forma del vacío, el molde de la vida. 

Así también la ciudad es forma y espacio, donde las formas por sí solas (los edificios), vistas como objetos, no bastan en absoluto: nuestro destino como sociedad y cultura depende mucho más de la magnificencia concertada de nuestras calles. 

Una realización colectiva 

Sebastián Gray Avins. Arquitecto PUC. Master of Science in Architecture Studies, MIT. Profesor Titular, Escuela de Arquitectura PUC. Socio de Bresciani Gray Arquitectos. Presidente Colegio de Arquitectos de Chile (2013-2015). Director Centro de Estudios Espacio Público. Director Fundación Iguales. Curador de la XVIIIª Bienal de Arquitectura, 2012. Curador del Pabellón de Chile en las Bienales de Venecia 2002, 2004 y 2010. 

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